El tenis y el deporte mundial se rindieron a sus pies tras ganar el pasado domingo su vigésimo primer Grand Slam, para marcar un precedente histórico, por encima de sus archirrivales, el suizo Roger Federer y el serbio Novak Djokovic.
«A nivel personal ha sido una experiencia inolvidable, he podido disfrutar otra vez del deporte al máximo nivel, cosa que se hacía muy difícil imaginar hace pocas semanas», dijo el estelar zurdo en una rueda de prensa en su academia de Palma de Mallorca.
Flanqueado por el trofeo ganado en la ciudad australiana, no escondió el orgullo de conquistar el cetro y la proeza de los 21 Grand Slam después de pasar por una etapa de lesiones e inestabilidad que lo hizo pensar en algún momento en el retiro.
«Para mí ha sido especial poder volver competir al máximo con los mejores jugadores, esto es vital para mí de cara al futuro», apuntó el oriundo de Manacor, islas Baleares.
Más de cinco horas de partido en duelo épico ante un tremendo rival, el ruso Daniil Medvedev, triunfo en cinco sets (2-6, 6-7, 6-4, 6-4, 7-5) y un récord con sus 21 títulos (Abierto de Australia, Roland Garros, Wimbledon y Abierto de Estados Unidos).
Faltó a una cita que le resulta muy entrañable, los Juegos Olímpico, porque cuando Tokio empezaba a resentirse de sus lesiones y decidió parar. Duros meses para la recuperación y con la incertidumbre, primero de si volvería a los courts, y luego cuál sería su nivel.
Lesiones y hasta contraer el coronavirus a finales del pasado año.
«La situación era dramática para mí, pero se ha dado la circunstancia que en la vez menos esperada he jugado con desparpajo, ilusión y alegría», comentó.
«¿Quiero ser el que tenga más Grand Slam al final de la carrera de nosotros tres (Federer, Djokovic)?, al final hay que ser claros, somos nosotros tres, sí, me encantaría. ¿Me obsesiona o me frustra la idea de no serlo? Cero.» Sentenció Nadal.
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