La efervescencia del cine en la nación ibérica se basa en dos razones fundamentales: las cuatro nominaciones a los Premios Oscar y la presencia de numerosas estrellas en la cita nocturna del Palau de Les Arts de Valencia, la espléndida ciudad portuaria que desarrolla una intensa semana de amor con el séptimo arte.
Aunque se trata de una novedad por su condición de documental, el poderoso mensaje de La Cordillera de los sueños, la más reciente perla del chileno Patricio Guzmán, pudiera marcar un hito en la categoría, en lidia con otros tres largometrajes notables, Las siamesas (Argentina), Los lobos (México) y Canción sin nombre (Perú).
Antes de la crisis de la pandemia se hizo el premio Ojo de Oro en el Festival de Cannes en 2019 con este mismo documental con el que completa una potente trilogía sobre Chile y las huellas del sangriento golpe de estado de 1973.
En Nostalgia de la luz, el primero de la trilogía, Guzmán se afincaba en el desierto más árido del mundo, Atacama, conectado con gente que insistía en buscar restos óseos de detenidos desaparecidos por la dictadura de Augusto Pinochet. Recibió mención en Cannes y máximo lauro en Biarritz en 2010.
Luego aterrizó con El botón de nácar, Oso de Plata en la Berlinale, deslizando la naturaleza exuberante de la Patagonia chilena, los aborígenes prácticamente exterminados, y los detenidos de Pinochet, lanzados al mar desde avionetas, vivos y amarrados en railes de trenes.
Empero, sus contrincantes en los Goya no son obras menores. Las siamesas, de Paula Hernández, una pequeña fábula de una madre y una hija, con un cuidado preciosista del guión, la fotografía y la música.
Los lobos, de Samuel Kishi, ofrece un retrato singular de la inmigración y sus conflictos emocionales a través de la mirada de dos niños con ternura y dramatismo. Finalmente, Canción sin nombre, de Melina León, un acercamiento al pasado peruano de violencia en una Opera Prima que promete sin convencer absolutamente.
La ceremonia de premiación tendrá lugar el próximo sábado con momentos muy especiales con la entrega de lauros al español José Sacristán, por la obra de la vida, y a la australiana Cate Blanchet, la primera distinción internacional en la historia de los Goya.
A sus 84 años y en pleno ejercicio de su carrera, Sacristán es una de las referencias de la actuación en España e Iberoamérica.
“Pobre de aquel que entienda que lo sabe todo, esto es un aprendizaje permanente, hay quien se ha muerto de viejo haciéndolo igual de mal que el primer día”, dijo días atrás en un encuentro con periodistas.
Con registros variopintos, capaces de transitar desde la fina ironía llena de humor incisivo hasta el drama más profundo, dejó en claro que abandonar la actuación no está en sus planes: “retirada no, antes monja”.
Cate Blanchet es una de las grandes actrices del momento. Dos Oscar, tres Globos de Oro, tres lauros del Sindicato de Actores y tres BAFTA, deslumbran en la trayectoria del rostro de Blue Jasmine, El aviador, Babel, El curioso caso de Benjamin Button, la trilogía de El señor de los anillos, Dónde estás, Bernadette, y Carol.
Si faltaban pinceladas, además de la presencia de los tres candidatos españoles al Oscar, la pareja feliz de Penélope Cruz y Javier Bardem, y el compositor musical Alberto Iglesias, se anuncian a los cantautores Luz Casal y Joaquin Sabina.
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