Con sede en el Museo de Arte Bunkamura de Tokio, la exhibición incorpora 140 piezas, documentos y pertenencias del artista procedentes de Barcelona, Mallorca, Madrid o Nueva York.
El público podrá adentrarse, por primera vez, en el universo creativo del pintor, cuya obra de referencia Retrato de Enric Cristòfol Ricart (1917), ilustra la influencia temprana de Japón en Miró junto a una copia del grabado japonés que el autor introdujo a modo de collage en la pintura de su colega y grabador coterráneo.
Según el comisario de la muestra, Kazuho Soeda, el retrato forma parte de la colección del Museo de Arte Moderno de Nueva York (Moma) y se exhibe junto al grabado propiedad de Sabine Armengol, sobrina bisnieta del pintor y escenógrafo Oleguer Junyent.
Miró tuvo interés en Japón desde su juventud hasta sus últimos años. En mi opinión, creo que reaccionó a materiales y texturas que no existían en España ni en Europa.
Y Miró trasladó a sus obras con el uso de papel tradicional «washi; declaró Soeda a medios internacionales.
Hasta el 17 de abril, la selección de las obras busca mostrar «el amor mutuo» entre la nación del sol naciente y el artista, quien está considerado uno de los grandes maestros de la pintura, a la altura de Pablo Picasso (1881-1973).
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