Cada día asciende las cifras de muertes en los choques de las fuerzas antimotines con manifestantes, quienes en 2019 salieron a las calles para festejar el fin de la administración del general Omar Hassán al Bashir, y ahora le retiran parte de su apoyo a la junta que le sucedió y prometió un proceso de transición política.
Aunque en principio funcionaron los ofrecimientos –con logros en la pacificación del país mediante negociaciones con los movimientos guerrilleros y una mejora en las relaciones con Sudán del Sur- algunos planteamientos no progresaron y entorpecieron la marcha de las transformaciones, lo cual dio paso a otro golpe de Estado en 2021.
El segundo motín, que se presentó públicamente como una decisión correctora de los errores cometidos por la jefatura civil de la transición dirigida por el primer ministro Abdallah Hamdok, mostró la inestabilidad de la estructura protagonista del proceso de cambio y su actuación inconsecuente al tratar de reponer al jefe del gabinete tras derrocarlo.
Todos eso indica que aun no va bien la marcha en el laberinto, aunque ahora el líder militar sudanés y presidente del Consejo Soberano, el general Abdelfatah al Burhan, presentó a una delegación de la Unión Africana (UA) un plan con cuatro puntos para poner fin a la tormenta política desatada tras el golpe de Estado del pasado 25 de octubre.
Según las autoridades de Jartum, Al Burhan expuso el programa al presidente de la Comisión de la UA, Moussa Faki, a quien solicitó «unificar los esfuerzos internacionales y regionales para resolver la actual crisis en Sudán» y se pronunció por abrir un proceso inclusivo de diálogo.
El Consejo Soberano informó que de acuerdo con el documento, para revertir la situación se requiere «lanzar un proceso de diálogo integral que incluya a todas las fuerzas políticas y sociales del país, excepto al partido Congreso Nacional», la formación de Al Bashir, quien permanece encarcelado.
La propuesta presentada a la Comisión incluye integrar un Gobierno y enmendar la Constitución para que concuerde con los cambios en el país, así como la celebración de elecciones al final del periodo de tránsito que sucedió la caída en 2019 de la antigua administración.
El grupo de la UA se reunirá con figuras políticas y sociales sudanesas y prevé lograr una visión integral de la situación a fin de que contribuya a conciliar los criterios de la organización panafricana respecto a la actual crisis, la cual se extendió y profundizó.
Además de las gestiones de la Unión, también están las ejecutadas por la misión de la ONU en Sudán, cuya primera ronda de consultas concluyó como parte de una iniciativa de Naciones Unidas presentada el mes pasado para encontrar una solución al disenso en ese país.
Sus encuentros de esta etapa incluyeron a más de 35 partidos y organizaciones diversas, entre ellas sindicatos, y ahora pretende elaborar un documento único para consensuar los puntos de vista entre los sudaneses, pero esa es una iniciativa criticada por el general Al Burhan, que antes la apoyó.
Paralelo a inconsistencias de esa índole en la cúpula, millares de personas retornaron a las demostraciones callejeras en rechazo al golpe militar de octubre pasado, lo cual evidencia lo persistente del conflicto, protestas en las que ya murieron unas 80 personas, conforme con fuentes médicas.
El panorama porta mucha incertidumbre y escasas opciones para evitar que Sudán entre en un proceso de grave inestabilidad, luego de perder las promesas políticas su efecto conciliador y los manifestantes continuar poniendo los cadáveres y llorando luto.
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