El pasado miércoles el presidente dominicano, Luis Abinader, hizo el inesperado anuncio que dejó a gran parte de la población de esta nación en ascuas, teniendo en cuenta que hasta horas antes las autoridades sanitarias insistían en la necesidad de cuidarse, en el uso de las mascarillas y en la prohibición de entrar a lugares sin el esquema de vacunación.
Ciertamente, el anuncio del jefe de Estado de que “medidas como el uso de la mascarilla, la necesidad de presentar la tarjeta de vacunación para acceder a los lugares, o las restricciones en espacios públicos, hoy, son responsabilidad individual de todos y cada uno de nosotros”, alborotó a la sociedad.
Y aunque el mandatario aseguró que el gobierno mantendrá y seguirá invitando de manera voluntaria a la población a vacunarse para completar el programa y garantizar el pleno acceso al fármaco, eso no tranquilizó a quienes consideran que la pandemia mantiene su presencia y con estas medidas volverá con nuevas olas de contagios.
Es cierto que el país ha reportado en las últimas semanas una reducción en la ocupación hospitalaria por Covid-19, así como en los nuevos casos y un bajo índice en las estadísticas de muertes. Sin embargo, la duda está en saber si estamos en el momento de decir adiós a las mascarillas y dejar el cuidado a la libre voluntad de los mortales.
El ministro de Salud Pública, Daniel Rivera, salió en defensa de la medida y dijo que la decisión del presidente fue dicha luego de dos semanas de estudios con el Gabinete de Salud y tras investigaciones recientes como la de la Universidad de Harvard, Estados Unidos.
Finalmente, aclaró que el proceso de vacunación no fue suspendido y continuará tanto en adultos como en los niños de cinco a 11 años de edad.
Habrá que esperar la evolución de la enfermedad en los próximos días, semanas y meses, para saber si su desarrollo le da la razón a las autoridades dominicanas o se vuelve a las molestas restricciones, las cuales ayudaron a controlar dentro de lo posible esta pandemia con secuela de millones de muertos.
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