Un hombre y un infante perecieron y otro niño resultó lesionado por el estallido de una bomba colocada por los extremistas antes de ser expulsados en 2018 de la localidad de Hammorieh en la región de Ghouta Oriental al este de Damasco.
Según la alcaldesa de la ciudad Doa al-Homsi, los zapadores comenzaron tras el incidente a peinar la zona y detectaron varias minas y explosivos que fueron detonados.
Un incidente similar ocurrió en la ciudad de Harasta en la misma región y causó la muerte de un niño mientras otro fue lesionado.
Anteriormente, cuatro personas, entre ellas una mujer, murieron por la detonación de una bomba improvisada recogida por jóvenes que se dedican a la recolección de chatarras en la misma región de Ghouta.
Los radicales colocaron bombas y minas en las calles, casas y tierras agrícolas en un intento de frenar el avance del ejército sirio, y la explosión de esos artefactos causa decenas de víctimas mortales entre los civiles desplazados que retornan a sus hogares.
El Ejército sirio, con el apoyo de Rusia y otras naciones amigas, realiza labores de rastreo y desminado en las zonas liberadas con el fin de asegurar el retorno a la normalidad.
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