En la 47 ceremonia de entrega del galardón, la historia del joven poeta Lucien y su aventura parisina en la Francia del siglo XIX no cumplió, sin embargo, todas las expectativas de los entendidos, después de llegar a la velada en el majestuoso teatro Olympia de esta capital con nominaciones en 15 de las 24 categorías.
El palmarés del largometraje incluyó el trofeo creado por el escultor César Baldaccini en los apartados de Fotografía, Decoración, Vestuario, Adaptación, Actor Revelación (Benjamin Voisin) y Actor Secundario (Vincent Lacoste), pero no el correspondiente al mejor director, otorgado a Léos Carax, por su drama musical Annette.
Annette consiguió igualmente la buena cosecha de cinco galardones, sumando los de Música original, Sonido, Efectos visuales y Montaje, tras acumular 11 nominaciones.
Ilusiones perdidas de cualquier manera engrosó las vitrinas del también guionista Giannoli, ganador en el pasado del César y de la Palma de Oro de Cannes, y repitió los siete premios conquistados el año pasado por Adiós, Idiotas, la sátira de Albert Dupontel.
Valérie Lemercier se alzó con el César de Mejor actriz por su desempeño en Aline, y Benoît Magimel lo hizo entre los hombres por su actuación en De son vivant.
La ceremonia tuvo en sus más de tres horas de duración momentos de emoción, como la dedicatoria de la velada al actor Gaspard Ulliel, cuya muerte repentina en un accidente de esquí hace un mes sorprendió y enlutó al mundo del celuloide, o el homenaje al gran Jean Paul Belmondo, quien dijo adió en septiembre a los 88 años de edad.
También contó con pinceladas simpáticas, gracias al veterano maestro de ceremonia Antoine de Caunes, sobre todo con su arranque a lo Misión Imposible, y de glamour con el César de Honor recibido por la carismática y laureada estrella australiana Cate Blanchett, de manos de Isabelle Huppert.
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