El gobernante conservador británico, cuyos niveles de popularidad se vieron seriamente afectados por el llamado ´partygate´, estuvo muy activo en los últimos días, con intervenciones en el Parlamento, alocuciones a la nación y conversaciones telefónicas con otros líderes occidentales.
También anunció sanciones económicas contra Rusia por la decisión de Moscú de reconocer la independencia de Donetsk y Lugansk, dos territorios de la región ucraniana de Donbass que se autoproclamaron repúblicas.
Johnson también arremetió duramente contra el presidente ruso, Vladimir Putin, por iniciar lo que el Kremlin calificó de ´operación militar especial´ en Ucrania, e incluso habló en ruso y en ucraniano en un mensaje dirigido a los pueblos de ambos países.
El protagonismo mediático de la crisis en Europa del Este alejó de las portadas de los periódicos británicos el escándalo que podría acabar con la carrera política del controvertido primer ministro.
La crisis doméstica estalló tras revelaciones de que Johnson y sus asesores y consejeros celebraron varias fiestas en la residencial oficial de Downing Street en momentos en que el país estaba bajo un confinamiento estricto por la pandemia.
Las denuncias obligaron al gobernante a ordenar una investigación interna que encontró graves fallas de liderazgo y de juicio por parte del personal, pero las cosas pasaron a mayores cuando la Policía Metropolitana tomó cartas en el asunto.
La autoridad policial, conocida popularmente como Scotland Yard, anunció que intentará determinar si la veintena de reuniones sociales celebradas en la oficina del primer ministro violaron las regulaciones sanitarias entonces vigentes.
Como parte de la investigación, enviaron cuestionarios a todos los implicados, incluido Johnson, quien según Downing Street ya respondió a las preguntas remitidas por los uniformados.
Según analistas, de ser multado por la Policía por infringir las reglas de la Covid-19, la permanencia del gobernante en el cargo sería insostenible.
Johnson también enfrenta una revuelta dentro de las filas conservadoras después que varios de sus correligionarios en el Parlamento le pidieron abiertamente que renuncie.
De acuerdo con las reglas internas del partido, si 54 de los 360 miembros de la bancada conservadora informan por escrito a la directiva de la organización política que ya no confían en el primer ministro, entonces se convocaría a una votación.
De no conseguir la mitad más uno de los votos, Johnson tendría que dimitir y se abriría un concurso de liderazgo interno para escoger a su sustituto.
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