En ocasión del Día Internacional de la Mujer, un comunicado de la oficina regional al que tuvo acceso Prensa Latina, llamó a que los planes contemplen como estrategia el involucramiento de las féminas, con énfasis las afrodescendientes, indígenas y campesinas, en la transformación de sistemas agroalimentarios.
Un estudio de FAO publicado el año pasado precisa que en el istmo, en 2018, las mujeres sin ingresos propios representaba como promedio el 25 por ciento de una población de 4,2 millones de habitantes, mientras en los hombres era de casi el siete por ciento, al tiempo que alertó que la pandemia agravó esa situación.
La publicación indicó de otra parte que las mujeres en edad reproductiva son las más afectadas, pues una de cada cuatro entre 35 y 44 años de edad no contaba con entradas de ningún tipo, lo que significa que alrededor del 27 por ciento depende de otra persona para subsistir.
Además, las mujeres rurales son las más afectadas por la ausencia de trabajo remunerado, por tanto, el nivel de dependencia resulta alto, a lo que se suman las condiciones de pobreza multidimensional, añadió el estudio.
También sugirió mayor atención a las indígenas, para quienes se agravan los indicadores de acceso a salud, educación y participación sociopolítica.
Sobre este tema, la especialista de género de FAO para Mesoamérica, Verónica Chicas, radicada en esta capital, explicó que para dar respuesta a esta situación, es indispensable fortalecer el liderazgo y desarrollar acciones concretas con este grupo poblacional.
Se trata, dijo, de crear un entorno favorable para la eliminación de la pobreza, el aumento de la productividad, el acceso en igualdad de condiciones a mercados y la mejora de la seguridad alimentaria y la nutrición.
Es necesario invertir para disminuir las brechas de género, en particular debido a la carencia de políticas públicas focalizadas en las mujeres rurales, remarcó la funcionaria.
Afirmó que si las mujeres tuvieran el mismo acceso a recursos que los hombres, ellas podrían aumentar la productividad de sus labores en el campo, lo cual contribuiría a reducir el hambre.
El cultivo de algas, producción de derivados y su comercialización en el turismo, trascendió, es uno de los proyectos que impulsan esos objetivos en la comarca indígena Guna Yala.
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