La gran mayoría de ellos orbita entre Marte y Júpiter, y según la literatura científica, fueron originados a partir de la colisión de objetos mayores que no llegaron a convertirse en un planeta por la influencia gravitatoria del mayor cuerpo del Sistema Solar.
El primer asteroide descubierto fue Ceres en 1801 con un diámetro de aproximadamente 945 kilómetros, mientras las estadísticas dan a conocer que en 2020 ya se contabilizan más de un millón de estos.
Pero lo que más preocupa a los astrónomos son aquellos potencialmente peligrosos, los cuales constituyen alrededor del 20 por ciento de los cercanos a la Tierra.
Tales inquietudes, aunque existe un monitoreo constante, presenta un elemento de primer orden a tratar en la seguridad de las naciones, dado el riesgo devastador que puede generar este fenómeno y las consecuencias catastróficas sobre nuestro planeta.
De ahí que se celebre cada 30 de junio desde 2016 el Día Internacional del Asteroide, en conmemoración al aniversario del evento Tunguska (1908) en los bosques siberianos.
No es cuestión de si un asteroide chocará con la Tierra, sino de cuándo lo hará y lo preparado que esté el planeta para prevenir esta amenaza, explicó para argumentar la necesidad de reflexionar sobre el tema Brian May, astrofísico, ex integrante del grupo de rock británico Queen y principal promotor de estas actividades.
Los asteroides grandes están controlados, pero los de tamaño medio pueden destruir una ciudad y no tenemos suficiente información, por eso se creó el Día Internacional para calcular el peligro y poder intervenir, señaló May.
La literatura científica demuestra que cuando un asteroide entra en la atmósfera terrestre a una alta velocidad ocurre la fragmentación de la materia sólida y produce bolas de fuego que impactarán sobre tierra con ondas expansivas, en función de su tamaño.
La Asamblea General de las Naciones Unidas estableció en 2016 el Día Internacional de los Asteroides, debido a una propuesta presentada por la Asociación de Exploradores del Espacio.
El segundo más importante registrado ocurrió el 15 de febrero de 2013, un súper bólido que se desintegró en el cielo sobre Chelyabinsk (Federación Rusa), el cual medía 18 metros de diámetro y pesaba 11 mil toneladas.
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