En medio de un contexto crítico para todo el mundo, y al tratarse de un pequeño país con limitados recursos y bloqueado desde hace más de seis décadas por Estados Unidos, no es hiperbólico, sino justo, considerar el desarrollo de tres inmunizantes y de otros dos candidatos, como un acto de heroicidad.
Sin embargo, algunos de los científicos involucrados en una apremiante carrera a favor de la vida, confiesan humildemente que solo hicieron su trabajo y ven en la sonrisa de los niños su premio mayor.
Así lo expresó a Prensa Latina, Vicente Vérez, director del Instituto Finlay de Vacunas, (IFV) desde donde se gestó el aún candidato Soberana 01, y los ya aprobados inmunógenos Soberana 02 y Soberana Plus.
Nosotros hemos sido solo una parte del esfuerzo impresionante hecho por toda una nación durante los últimos dos años, dijo.
Evocó el científico cuán significativo resultó movilizar voluntades en pos de la obtención de una vacuna en un contexto signado por la incertidumbre, donde se desconocía el futuro, y en el que se vieron obligados a sobreponerse al miedo y empezar a reaccionar.
La ola de Ómicron del virus se enfrentó en Cuba como en ningún país del mundo, alegó en referencia al hecho de que, al momento de la llegada de esa variante, más de un millón 600 mil niños cubanos estaban protegidos.
Lo que ha hecho el país es extraordinario y sentirnos parte de eso es gratificante, afirmó.
Su colega, el director adjunto del IFV, Yuri Valdés, declaró por su parte que la obtención de los inmunizantes demandó un gran esfuerzo por muchas personas, pero no se atreve a calificar el suceso como algo sobrenatural.
Obtuvimos los resultados precisados por el país pero ni remotamente es un acto de heroicidad, solo fuimos capaces de estar a la altura de lo que necesitaba nuestra patria, aseveró.
Cuba es un pequeño país bloqueado pero que lleva más de 30 años haciendo vacunas, refirió.
“Además, poseemos conocimientos gracias a instituciones creadas por el Comandante en Jefe Fidel Castro, cuyo intelecto fue capaz de visualizar que debíamos tener esas capacidades. Esa es la base técnica de por qué tenemos vacunas.
“Yo creo que a cada uno de los que trabajamos en esta contienda, a la que hemos llamado batalla por la vida, nos movió una gran pasión por la patria, por la gente, por los niños. Si unes la pasión a la capacidad, se preveía entonces que este resultado saldría para beneficio de todos”, sentenció.
Otro abnegado científico involucrado en el diseño de inmunizantes contra el terrible coronavirus fue Gerardo Guillén, director de investigaciones biomédicas del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología.
Desde esta institución se enfrascaron en la confección de Mambisa, aún en ensayos clínicos, y en la vacuna Abdala, aplicada gratuitamente en millones de hombros.
Esa posibilidad, distintiva de la Mayor de las Antillas en contraste con otras naciones del mundo, las atribuye Guillén al socialismo, donde los conceptos éticos son diferentes.
La base de la medicina cubana es su estrategia fundamentalmente profiláctica, que es una diferencia muy grande entre la práctica socialista y la capitalista, refirió Guillén.
“Aquí la medicina es universal y gratis, tiene con un enfoque preventivo no porque sea más económico, sino porque garantiza más calidad de vida, porque es mejor no enfermarse que tener que curarse de una enfermedad. Esas ventajas las tenemos los cubanos, y las vacunas son una prioridad para la biotecnología y el sistema de salud, remarcó.
“Nuestro principal interés, a pesar de ser un grupo empresarial, es el impacto en salud. Esa era la primera misión, en eso nos educó el Comandante Fidel Castro desde el inicio, y, la segunda, generar recursos económicos para el país que son muy necesarios también”, sentenció.
Tras el hito logrado por la biotecnología de la isla, Cuba es considerada como la nación en vías de desarrollo mejor vacunada del mundo, y calificada como una esperanza para los países pobres que se mantienen a la espera de alguna protección contra la Covid-19.
Pero todo ello se debió al sacrificio de muchos hombres y mujeres de ciencia cuyo aprecio por el ser humano no les permite dejarse obnubilar por el ánimo de lucro que, en otros confines, a algunos alienta.
Pese a no verse a sí mismos como héroes, para quienes gracias a ellos salvaron la vida, también en Vietnam, Nicaragua, Venezuela o Siria, seguramente lo son.
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