En declaraciones exclusivas a Prensa Latina, el director para Centroamérica y representante de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en Panamá y Costa Rica, Adoniram Sanches, indicó que esa situación incidirá con mayor fuerza en las naciones de la región sin una estrategia para la producción nacional de alimentos.
Argumentó que una de las causas será el alza inflacionaria derivada primero de los desembolsos de los gobiernos para enfrentar la pandemia y ahora el auge vertiginoso de los precios del petróleo y su impacto en el mercado internacional en general.
Para Sanches los más recientes acontecimientos bélicos en Europa acrecientan en consecuencia las brechas que ya se apreciaron durante el azote de la enfermedad, en particular la pobreza extrema, la desigualdad, y las mujeres como el sector más afectado.
Según su apreciación, el sueño de FAO de ver reducida el hambre en la región hasta un tres por ciento en 2030 se desvanece; y, entre otros aspectos, llamó la atención de que la actual conflagración bélica entre Kiev y Moscú destruye campos de trigo y girasol, de los cuales esas dos naciones son importantes exportadores de rubros vitales para el consumo humano.
También manifestó su preocupación sobre los daños que se avecinan para naciones centroamericanas, como Panamá, que son grandes importadores de fertilizantes nitrogenados.
Esos productos elevarán sus cotizaciones en el mercado internacional para incidir en las entregas de los productores locales, como ya se vio en los combustibles, pero que ahora también repercute en los altos precios de granos, vegetales, frutas o el arroz, básicos en la canasta familiar; es decir nuevamente impacta los hogares y con crudeza a los más vulnerables, precisó.
En ese sentido, dijo, en el caso particular del istmo, la FAO desde la asesoría legal y capacitación técnica, de conjunto con ministerios como el de Desarrollo Agropecuario y el de Desarrollo Social impulsa programas sobre todo con mujeres en comunidades originarias y sus planes de agricultura familiar.
El llamado Plan Colmena, otra de las iniciativas del Ejecutivo, señaló Sánches, también contribuye a focalizar puntos neurálgicos y grupos poblacionales con mayores necesidades, entre las que sobresalen comarcas indígenas y algunas zonas rurales de las provincias en Panamá y la caribeña Colón.
Las estadísticas oficiales indican, agregó, que a pesar de la pandemia, la nación canalera mantuvo un índice de siete por ciento de hambre, pero podría reducirse más; y adelantó que en agosto venidero la FAO evaluará este asunto a nivel global.
Un reciente estudio piloto realizado por el organismo internacional en un reducido grupo de pueblos autóctonos panameños arrojó que en apenas dos años se pudo reducir la desnutrición en menores de un 22 a un 12 por ciento, a partir de la producción local de alimentos.
Hacia 2030 y a futuro, lograr sistemas agroalimentarios sostenibles más inclusivos, resilientes y de mayor eficiencia representa sin dudas el mayor desafío para los gobiernos de Panamá y otras naciones vecinas, concluyó.
Estos temas, adelantó, centrarán el XXXVII período de sesiones de la Conferencia Regional del organismo a celebrarse en Quito, Ecuador, del 28 de marzo al 1 de abril próximo.
En la cita pasarán revista a la gestión 2020-2021- muy golpeada por la Covid-19 – y adoptarán recomendaciones sobre las prioridades de la próxima etapa 2022-2023 y los años sucesivos.
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