Para la indagación, un grupo de expertos liderado por Mats Huserbrten, combinó modelos de corrientes oceánicas durante una década a partir de 2007, con simulaciones de la liberación de microplásticos de 21 cuencas fluviales importantes del norte de Europa y del Ártico cada día por varios años.
Tras la recogida de 121 muestras de agua de mar procedentes de 17 lugares de la costa occidental de Noruega entre mayo de 2017 y agosto de 2018, los expertos pudieron contrastar los resultados de su modelo con la distribución de los desechos flotantes.
Comprobaron entonces que el 65 por ciento derivó a lo largo de la costa noruega hacia el Mar de Laptev, situado al norte de Rusia, antes de ser transportadas al Océano Ártico, a través del Polo Norte, para después salir del Océano Ártico a través del Estrecho de Fram, situado al este de Groenlandia.
Asimismo, un poco menos de un tercio de las partículas simuladas derivaron a lo largo del litoral noruego antes de desplazarse hacia el sur a través del Estrecho de Fram y luego a lo largo de las riberas este y sur de Groenlandia, para viajar más tarde hacia la costa noreste de Canadá.
Finalmente pudieron identificar que los desperdicios se acumulaban en los mares nórdicos, la cuenca de Nansen en el océano Ártico, el mar de Barents y el mar de Laptev -situados entre el océano Ártico y el norte de Rusia- y la bahía de Baffin, situada entre Groenlandia y Canadá.
De acuerdo con el equipo de científicos del Instituto de Investigación Marina, en Bergen, al oeste de esta capital, sus conclusiones revelan la urgencia de una mejor gestión para este tipo de residuos.
Los microplásticos, generados por la degradación de los desechos del plástico, son partículas cuyo tamaño es menor a los cinco milímetros.
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