La Unidad de Atención Especializada a Mujeres Víctimas de Violencia de la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos indaga en el Hospital Benjamín Bloom, donde hacía sus prácticas la víctima, Vanessa Miranda.
La muerte de Miranda, estudiante de la Universidad de El Salvador conmocionó al país y destapó el fenómeno de los vejámenes que sufren los estudiantes de medicina en esta nación centroamericana durante sus rotaciones de práctica.
La propia Universidad anunció el deceso, y en redes sociales salió a relucir que fue un suicidio originado en en el acoso psicológico y la sobrecargas laborales a los que están sometidos estos estudiantes.
Varios compañeros de Miranda, quien cursaba el séptimo y último año de su carrera, denunciaron que los abusos y humillaciones comienzan en el área básica, cuando aún no asisten a hospitales, y se prolongan durante las prácticas.
«Estamos cansados, todos los estudiantes de medicina, del daño psicológico al que nos vemos sometidos ante docentes que realmente creen que humillándonos y pisoteándonos en una discusión van a lograr que nosotros realmente aprendamos», declaró Ana Arévalo, estudiante de tercer año.
Desde el gremio médico varios profesionales confirmaron que el irrespeto a los derechos del estudiante constituye una práctica histórica, con guardias llamadas «Lu-Lu» (de lunes a lunes), sin apenas tiempo para el descanso.
La etiqueta #NoAlMaltratoEnMedicina se viralizó, y la bancada del oficialista partido Nuevas Ideas, mayoría en la Asamblea Legislativa, se comprometió a hacer cumplir la ley existente para acabar con el acoso docente y sobrecarga laboral.
En enero de 2019, la Asamblea aprobó la Ley especial para la regulación de las prácticas clínicas de los estudiantes de internado rotatorio, año social, médicos y odongólogos residentes en proceso de especialización.
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