Después del amor, Nanas de la cebolla, Menos tu vientre o Para la libertad, con estas frases y títulos, Miguel Hernández se convirtió en uno de los poetas hispanoamericanos más notables del siglo XX. Apenas tuvo tiempo, murió en la cárcel franquista 31 años de edad, hace ocho décadas.
El 28 de marzo se cumplen 80 años de su fallecimiento, en la cárcel por su ideología de izquierda, después de padecer bronquitis, tifus y tuberculosis. Decía en la prisión de Palencia (1940) que no podía llorar, porque las lágrimas se le congelaban de frío.
Elevado al altar de los ilustres de la literatura española, el Ministerio de Cultura y Deportes ha lanzado la iniciativa de convocar al I Poema encadenado, “80 versos para Miguel Hernández’, que se realizará el próximo lunes desde las cuentas de Twitter, Facebook e Instagram de la Dirección General del Libro y Fomento de la Lectura.
Los versos de este poema se identificarán con el hashtag #80versosparaMiguelHernandez. Se publicará como encabezado tres versos del extraordinario autor y a partir de esas líneas, cada usuario de redes sociales podrá enviar los suyos que se sumarán hasta formar un poema encadenado de 80 versos.
El resultado final se difundirá en los días subsiguientes a través de las redes sociales de la Dirección General del Libro y Fomento de la Lectura, como parte complementaria de la recordación del insigne poeta y dramaturgo entre los lectores y estudiantes.
Su mujer y madre su hijo, Josefina Manresa, le hizo una carta en sus primeros momentos de reclusión en la cual le decía que sólo tenían pan y cebolla. La respuesta de Miguel Hernández fue con poesía, Nana de las cebollas:
La cebolla es escarcha
cerrada y pobre:
escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla:
hielo negro y escarcha
grande y redonda.
Joan Manuel Serrat hizo un disco nombrado Miguel Hernández, e incluyó versiones de poemas cantados como Para la libertad, Menos tu vientre, Llegó con tres heridas y, por supuesto Nana de las cebollas.
Para la libertad sangro, lucho, pervivo.
Para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos.
jcm/ft