Las reservas de divisas son una herramienta para proteger la economía de las crisis externas y en situaciones extremas garantizan el reembolso de la deuda en monedas extranjeras, aseguran importaciones críticas y estabilizan el mercado de divisas, subrayó la institución.
Según documentos del principal regulador financiero de la nación euroasiática, desde 2014 la política del país se centró en prevenir dos posibles tipos de crisis, las financieras tradicionales y las geopolíticas, reportó la agencia TASS.
Recordó que las primeras ya ocurrieron en 2008, 2014 y 2020, mientras para resistir las segundas el país requería de reservas que no pudieran ser afectadas por las sanciones de los países occidentales.
Detalló que para hacerle frente a estas últimas, en los últimos años el país aumentó los valores de oro y yuanes chinos en sus reservas hasta casi la mitad. De tal forma, el Banco Central incrementó sus reservas desde 2014, las cuales en este momento superan a las de otros países con economías comparables.
El órgano regulador ruso precisó que en las condiciones actuales de sanciones, resulta imposible que las una parte de las reservas de divisas no fueras afectadas. “Las divisas siempre se reflejan en las cuentas correspondientes de los bancos extranjeros y, por tanto, pueden ser congeladas», apuntó.
No obstante, cuando esto sucedió con las reservas rusas nominadas en dólares y euros, Moscú adoptó contramedidas para minimizar los daños, entre ellas la imposición de restricciones a los flujos de capitales, la prohibición de la venta de acciones por parte de los inversores extranjeros y el retiro de fondos del sistema financiero ruso.
Otras decisiones establecieron que en lo adelante los pagos de la deuda corporativa y pública a los inversores de los países que apoyan las sanciones contra Rusia solo podrán realizarse con permiso de una comisión gubernamental.
De tal forma, Moscú restringió los movimientos de fondos por valor comparable a los congelados, que podrían ser transferidos a los llamados países inamistosos.
Rusia inició el pasado 24 de febrero una operación militar en Ucrania, luego que las autoridades de las autoproclamadas Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk le solicitaran ayuda para repeler el aumento de la agresión de Kiev.
De forma inmediata, Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Japón y los países de la Unión Europea impusieron nuevas sanciones, apuntando a sectores clave de la economía nacional, sobre todo al comercio, las finanzas, la energía, las exportaciones, la aviación y el espacio.
Desde mediados de febrero pasado se activaron más de cuatro mil 350 nuevas medidas restrictivas en relación con Rusia, en adición a más de dos mil 750 que ya estaban en vigor.
Las restricciones incluyeron la desconexión parcial de bancos rusos del sistema internacional de pagos Swift, el cierre del espacio aéreo para sus aerolíneas, la congelación de las reservas internacionales del Banco Central de Rusia y el embargo a las compras de petróleo por parte Washington y otras capitales.
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