Los ataques de la alianza militar comenzaron el 24 de marzo de 1999 y se extendieron hasta el 11 de junio del propio año con un saldo ascendente a dos mil 500 víctimas fatales, entre ellos 88 niños.
Más de 200 bombas cayeron sobre esta capital y fueron lanzadas además entre 10 y 15 toneladas de uranio empobrecido, lo que provocó un desastre ambiental y la multiplicación por cinco de los casos de enfermedades oncológicas.
El total de proyectiles detonados se estima en 14 mil con un saldo además de seis mil heridos.
Ante el recuerdo presente de aquel hecho, los serbios marcharon por las calles de Belgrado coreando lemas como «estamos en contra de la OTAN» o «rusos y serbios son hermanos para siempre».
La multitud llegó ante la Embajada de Rusia aquí para expresar su solidaridad y apoyo a la operación especial que el Kremlin desplegó en Ucrania, y su oposición a los planes de expansión de la Alianza Atlántica hacia Europa del Este, reseña la televisión nacional.
El embajador ruso en este país, Alexander Botsan-Kharchenko, junto con veteranos de guerra, depositó coronas de flores en varios monumentos de la ciudad dedicados a las víctimas de aquella agresión.
A 23 años de aquel genocidio las intenciones expansionistas de la OTAN derivaron en lo que el mundo conoce hoy como el conflicto en Ucrania, una contienda que comenzó a fines de febrero y que ya provocó el desplazamiento de más de tres millones de personas fuera de ese país.
Otros seis millones buscaron refugio más allá de las zonas de conflicto en esa nación, cuyo gobierno fustigó por más de ocho años a las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk.
El despliegue ruso en los territorios del Donbass respondió a una petición de esos gobiernos ante el incremento de ataques por parte de Kiev y grupos armados neonazis y nacionalistas de extrema derecha.
Pese a que Moscú advirtió que el operativo no está dirigido contra instalaciones civiles y que el objetivo principal es «desmilitarizar y desnazificar» a Ucrania, sobre el país euroasiático pesan hoy varios paquetes de medidas con el propósito declarado de la asfixia económica.
Nuevamente la OTAN, el Grupo de los Siete, y la Unión Europea celebraron reuniones extraordinarias para analizar el curso de los acontecimientos allí, pero antes enviaron miles de soldados a países vecinos, los mismos que acogen hoy a los refugiados ucranianos.
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