Nicholas Muilder, profesor asociado de la Universidad de Cornell, afirmó que terminó la era de las sanciones a gran escala sin consecuencias para el mundo, y en el caso de Rusia no se pueden aplicar sin tener una política compensatoria, y Estados Unidos es consciente de ello, pero sin frenar lo suficiente las derivaciones.
Muilder opinó que los líderes occidentales están acostumbrados a penalizar a países pequeños, conscientes de que los costos para ellos mismos serán pequeños, por lo que su poca comprensión real de las consecuencias no les permite calcular verdaderamente el alcance para las grandes economías con vínculos globales.
En su reflexión citó el ejemplo de las sanciones contra Siria o Venezuela que si bien afectaron sobremanera a esas naciones, el impacto global fue pequeño incluso si se observa el caso de Irán.
Puntualizó que las inhabilitaciones repercuten en varios niveles a la vez: los efectos indirectos en los estados y mercados vecinos, el multiplicador de la retirada de inversiones del sector privado, la escalada en forma de medidas de represalia contra Moscú y los efectos sistémicos en la economía mundial.
A ello se suma la difícil situación que atravesó el mundo antes de los acontecimientos en Ucrania y con sus sanciones, por lo cual occidente no ha hecho más que agravar el panorama, acotó.
«Los responsables políticos deben reconocer el hecho de que una ofensiva económica total supondría una importante presión sobre la economía mundial», insistió Muilder.
El analista de historia y economía concluyó que la era de las sanciones sin costo, seguras, indoloras y predecibles terminó y ahora el mundo deberá afrontar sus resultados.
Varios países occidentales activaron sanciones individuales y sectoriales contra Rusia después de que reconociera a las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk, e iniciara una operación militar especial en Ucrania con el fin de atender la solicitud de ayuda frente a la agresión por parte de Kiev.
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