La publicación ofreció otra arista del tema al argumentar que, sin ese conflicto, Washington no podría intentar destruir la economía de Rusia, orquestar la condena mundial y dirigir una insurgencia para desangrar al país euroasiático, todo ello como parte de las pretensiones de sacar a Putin del poder.
«Por el amor de Dios, este hombre no puede seguir en el poder», dijo Biden el pasado sábado en el castillo Real de Varsovia, durante su visita a Polonia al referirse a Putin.
Para el comentarista, el exabrupto del ocupante del Despacho Oval ratificó lo que desde 2016 informó este propio medio de comunicación acerca del propósito final de Estados Unidos respecto a Rusia.
Cuando a Biden se le preguntó el 24 de febrero, tras el inicio de la operación militar especial rusa en territorio del país vecino, por qué creía que las nuevas sanciones funcionarían, opinó que “nunca se diseñaron para evitar la intervención de Rusia, sino para castigarla después”.
No fue un lapsus. Biden se repitió el jueves pasado en Bruselas cuando planteó que las sanciones nunca disuaden y que mantenerlas provocarán “el aumento del dolor” y eso “es lo que lo detendrá (a Putin)», añadió.
Recordó el analista que era la segunda vez que Biden confirmaba que el propósito de las draconianas sanciones de Estados Unidos a Rusia nunca fue evitar «la invasión de Ucrania», que Estados Unidos necesitaba desesperadamente para activar sus planes.
Sino que pretendían castigar a Rusia y conseguir que su pueblo se levantara contra Putin y, en última instancia, restaurar en Moscú a un Gobierno títere, expresó.
Putin llegó al poder en la Nochevieja de 1999 y comenzó a restaurar la soberanía de Rusia. Su discurso de la Conferencia de Seguridad de Múnich de 2007, en el que arremetió contra el agresivo unilateralismo de Washington, alarmó a Estados Unidos.
Por eso la preocupación del Kremlin con los planes de «cambio de régimen» tiene fundamento, enfatizó.
Según el articulista, Estados Unidos pudo evitar fácilmente «la acción militar de Rusia forzando la aplicación de los acuerdos de paz de Minsk, que llevan ocho años, disolviendo las milicias ucranianas de extrema derecha e involucrando a Rusia en negociaciones serias sobre una nueva arquitectura de seguridad en Europa. Pero no lo hizo», señaló.
Asimismo -acotó-, Estados Unidos podría ayudar a poner fin al conflicto, pero no lo hará. Biden anunció el 16 de marzo otros 800 millones de dólares en ayuda militar para Ucrania el mismo día en que se reveló que Moscú y Kiev trabajaban en un plan de paz de 15 puntos.
Nunca resultó más claro que Estados Unidos quería no solo esta guerra sino que continúe, concluyó.
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