Sánchez, a petición propia, asistió al hemiciclo para detallar a los parlamentarios pormenores del Consejo Europeo de la semana anterior, la Cumbre de la OTAN y las relaciones con Marruecos, este último punto vinculado directamente a seguir el plan de Rabat respecto al pueblo saharaui.
El Palacio de la Moncloa anunció su apego al plan de Marruecos de autonomía para el Sahara Occidental de 2007, rechazado tajantemente por el Frente Polisario.
Al respecto, Naciones Unidas recalcó que el único programa sobre el tema es la propuesta en el seno de la organización mundial.
Potencia colonial en el Sahara Occidental hasta 1975, España justificó este nuevo paso para lograr con Marruecos controlar la emigración irregular a España, pero mientras se alista para normalizar los lazos con Rabat, las reacciones han sido negativas, en particular de Argelia, y de casi la totalidad de los partidos políticos nacionales. De hecho, poco después de las palabras de Sánchez en el Congreso, en las inmediaciones del edificio el portavoz parlamentario y secretario de Estado por el bloque Unidas Podemos, Enrique Santiago, y el diputado andaluz de Izquierda Unida Miguel Ángel Bustamante encabezaron una concentración en apoyo del pueblo saharahui.
A ellos se sumaron, entre otros, integrantes de Unidas Podemos como la portavoz adjunta, Sofía Castañón, Antón Gómez Reino, Lucía Muñoz, Isabel Franco y Marisa Saavedra.
Al interior del Ejecutivo hay serias contradicciones en este entuerto y la actual vicepresidenta segunda y ministra del Trabajo, Yolanda Díaz, consideró que el presidente ha actuado “con enorme opacidad” en una cuestión de especial sensibilidad, además de calificar de incoherente el giro de 180 grados de la política exterior española.
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