La economista jefa de ese organismo Laurence Boone advirtió que esa situación podría costar de un punto a un punto y medio de crecimiento en Europa, según la duración del conflicto, mientras la inflación crecería de dos a 2,5 puntos.
Sobre el tema afirmó que el grado de incertidumbre es elevado en cuanto a las proyecciones, ya que esa guerra presiona al alza los anticipos de precio de cereales y fertilizantes de los cuales Rusia y Ucrania son exportadoras, lo cual puede afectar no solo las cosechas de este año, sino también las de 2023.
Ambos países son responsables de un tercio de las exportaciones de trigo y cebada, de las que dependen países del Medio Oriente, Asia y África para alimentar a millones de personas que sobreviven gracias al pan subsidiado y fideos baratos.
Son asimismo fuertes comercializadores de otros cereales y de aceite de semilla de girasol usado para cocinar y procesar alimentos.
Boone señaló que la inflación será elevada este año, pero comenzará a bajar el próximo en función de la evolución del conflicto, y en respuesta a ese escenario abogó por políticas presupuestarias dirigidas a ayudar a los hogares y las empresas para superar la crisis.
También consideró oportuno evitar las restricciones a las exportaciones, pues nunca han dado buenos resultados en el pasado, enfatizó.
La economista de la OCDE precisó que las medidas fiscales selectivas ayudarán a la política monetaria al anclar las expectativas de inflación, al tiempo que preservan el poder adquisitivo de los más vulnerables sin poner en riesgo la transición energética.
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