La víspera, en medio de fuertes presiones por parte de Washington sobre Estados miembros de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), se aprobó una resolución en la Asamblea General para interrumpir la membresía de Moscú a ese ente.
La propuesta estadounidense fue respaldada por 93 países, mientras que 24 se manifestaron en contra y hubo 58 abstenciones.
Se aprobó porque superó los dos tercios de los votos válidos, no tomándose en cuenta las abstenciones. En números reales, casi la mitad de las naciones no acompañaron esa iniciativa. Una posible razón para esta conducta se encuentra en la extrema vaguedad de la resolución, señaló el analista en un artículo publicado en el diario Página 12.
El también sociólogo y catedrático apuntó que ni la Asamblea ni el Consejo de Derechos Humanos tuvieron en sus manos ningún documento objetivo e imparcial sobre los sucesos presuntamente ocurridos.
Se suspendió la participación de Rusia a causa de “informes” que no fueron producidos por ningún organismo responsable del sistema de la ONU y, casi seguramente, por medios de prensa o plataformas comunicacionales afines o dependientes de Estados Unidos y Europa, afirmó.
Borón consideró que “fue aplicada en el terreno internacional la Doctrina Irurzun: se sospecha que alguien, en este caso un país, atentó contra los derechos humanos y, mientras se elaboran los documentos probatorios se aplica una sanción”.
Es una verdadera monstruosidad jurídica y un daño cada vez más grave a la legalidad internacional, sentenció.
Además, señaló que se trata de “una victoria pírrica y de dudosa duración para la diplomacia de la Casa Blanca”.
oda/gas