La famosa expresión la dijo el cosmonauta soviético Yuri Gagarin, al despegar a las 09:07 (hora de Moscú) el 12 de abril de 1961 desde el cosmódromo de Baikonur.
A bordo de la nave Vostok 1, Gagarin realizó un vuelo de una hora y 48 minutos alrededor de la Tierra, lo que puso a la entonces Unión Soviética por delante de Estados Unidos en la carrera espacial durante la Guerra Fría.
Daba los primeros pasos en la época de vuelos espaciales tripulados, marcados por hechos como el viaje en 1963, de Valentina Tereshkova, la primera mujer cosmonauta, y en 1965, Alexéi Leónov quien realizaría la primera caminata espacial.
En el vuelo de 1961, la Vostok 1 fue operada desde Tierra y Gagarin solo podía tomar los controles de la nave en caso de emergencia. Durante el viaje solo habló por radio y comió.
Aquel 12 de abril, el soviético observó, en menos de dos horas de ingravidez, la oscuridad de la noche y la luz solar sobre el globo terrestre; las zonas del planeta que duermen y las que despiertan.
“La vista más hermosa fue el horizonte: una banda pintada que separaba la Tierra del cielo negro bajo la luz de los rayos del Sol”, confesó el joven.
Mientras el astronauta le daba la vuelta al globo terrestre, la agencia de noticias soviética TASS informaba que la primera nave-satélite ‘Vostok’ del mundo con un humano a bordo fue puesta en órbita alrededor de la Tierra desde la Unión Soviética.
“El piloto-cosmonauta de la nave-satélite espacial ‘Vostok’ es un ciudadano de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, mayor de Aviación, Yuri Alekseyevich Gagarin”, detalló el medio de prensa.
Antes de convertirse en cosmonauta Gagarin era piloto militar, fue seleccionado entre los tres mil 500 jóvenes que se presentaron en 1960 al programa para enviar un ser humano al cosmos.
La Unión Soviética ya había puesto el primer satélite en órbita, el Sputnik, en 1957.
acl/cdg