Junto al mandatario norteamericano participaron en la videoconferencia de este martes el gobernante francés, Emmanuel Macron; el canciller federal alemán, Olaf Scholz; y los primeros ministros de Canadá, Reino Unido, Italia y Japón, Justin Trudeau, Boris Johnson, Mario Draghi y Fumio Kishida, respectivamente.
A ellos se sumaron los jefes de Estado de Polonia y Rumania, Andrzej Duda y Klaus Iohannis; así como el secretario general de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), Jens Stoltenberg; la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen; y el titular del Consejo Europeo, Charles Michel.
Según un comunicado de la Casa Blanca, en la reunión de aproximadamente una hora y media se comprometieron a mantener las consultas respecto al conflicto en Ucrania y apuntaron la posibilidad de imponer más sanciones a Moscú, aunque la nota oficial no indicó cuáles podrían ser.
Después que el mandatario ruso, Vladímir Putin, anunciara la incursión en la nación vecina en respuesta a una solicitud de las autoridades de las autoproclamadas repúblicas populares de Donetsk y Lugansk, Estados Unidos y sus socios arremetieron contra la economía de la nación euroasiática.
Las medidas incluyeron la desconexión parcial de bancos rusos del sistema internacional de pagos Swift, el cierre del espacio aéreo para sus aerolíneas, la paralización de las reservas internacionales del Banco Central y el embargo a las compras de petróleo por Washington.
Además de las disposiciones económicas contra Rusia, el apoyo a Kiev se materializa con el envío de armamento a las fuerzas ucranianas, que ya asciende a más de dos mil 500 millones de dólares desde el inicio del conflicto el 24 de febrero pasado.
Este martes, el secretario de prensa del Pentágono, John Kirby, manifestó que es probable que los ucranianos precisen más sistemas de artillería y afirmó que Estados Unidos hará todo lo posible para satisfacer sus necesidades.
El gobierno ruso insiste en que la ayuda militar a las fuerzas del presidente Vladimir Zelensky no facilitará el fin de la operación, mientras observadores políticos cuestionan el papel de Estados Unidos y sus socios al echar leña al fuego con el suministro de armamento.
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