Solo en el transporte público, residencias de ancianos, centros de salud o locales en los que sus administradores adviertan algún peligro de contagio, deberán usarse, después de una bajada significativa de la incidencia de la Covid-19 en el país ibérico.
La medida, en realidad, ya se había anunciado antes de Semana Santa y en febrero, el Gobierno de izquierdas que preside Pedro Sánchez eliminó la obligatoriedad de los barbijos en espacios exteriores.
De todas formas, el Ministerio de Sanidad deslizó algunas recomendaciones para su uso responsable si se considera necesaria para personas vulnerables, como inmunodeprimidos, mayores de 65 años, enfermos con patologías de riesgo o embarazadas.
En su cuenta de Twitter, Sánchez destacó la iniciativa. «Avanzamos en la vuelta a la normalidad previa a la pandemia. El éxito de la campaña de vacunación nos permite iniciar ahora una nueva etapa en la lucha contra la Covid-19».
Obligatorias desde mayo de 2020, el también llamado nasobuco estuvo siempre en el debate de opiniones encontradas, algunos en su defensa a ultranza, y una minoría, influyente, en rechazo al afirmar que no era imprescindible para evitar los contagios.
Los detalles de las nuevas medidas se conocerán mañana con su publicación el miércoles en el Boletín Oficial del Estado. Ciertos elementos a todas luces quedarán a decisión de organizadores de eventos con presencia multitudinaria o de aglomeraciones.
El hecho de contar España con el 92,5 por ciento de la población con doble pauta de vacunación y una inmensa mayoría con la dosis de refuerzo, junto con la reducción de la incidencia, facilitaron la medida, según defendió la ministra de Sanidad, Carolina Darias.
Desde el inicio de la pandemia, España registró 11,7 millones de personas contagiadas, con más de 103 mil fallecidos.
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