Hay dos formas de ver la vida, una es creer que no existen los milagros, la otra es creer que todo es un milagro, una reflexión atribuida a Albert Einstein con una vigencia extraordinaria en el mundo actual.
La segunda parte del pensamiento se apega a la perfección entre los ciudadanos de Andújar, una sorprendente ciudad andaluza de la provincia de Jaén que se precia, entre otras cosas, de producir el mejor aceite de oliva de España, Europa, y probablemente del mundo.
Empero, va mucho más allá, porque la veneración a la Virgen según la leyenda aparecida en el cerro de la Cabeza en 1227, remece el ambiente religioso español todos los años con una tradición de fuerte arraigo que se manifiesta acto seguido a la Semana Santa.
La caravanas de carretas impulsadas por tractores y desfiles por las calles de Andújar, subrayan el preludio de la celebración, dominada por hermosos trajes de flamenca, que llegan a costar más de 700 euros y que exhiben orgullosas mujeres andaluzas de todas las edades, lo mismo que los hombres con trajes de corto (campero o cordobés).
Rojo dominante para resaltar el triunfo frente a la pandemia, familias enteras incluidos niños con devoción absoluta, y mucha alegría en medio de la solemnidad de la tradición.
Se trasladan al Santuario 68 cofradías de toda España, muchas en las polícromas carretas que hacen una parada en un punto denominado Lugar Nuevo y hacen más evidente el ambiente de orgullo y jolgorio, sin importar las inclemencias del tiempo.
Cuando todo a priori de haber vencido las expectativas, los acontecimientos desbordan la imaginación.
Con todo el rigor del protocolo religioso, adornado por el tono andaluz de la música que enaltece a la virgen también llamada La Morenita, las procesiones tienen alta dosis emocional, promesas, lágrimas, devoción ante el momento sublime de pasar unos segundo delante de la imagen de la adoración.
Ante el temor de la incredulidad, cuenta la leyenda que la virgen reapareció para curarle un brazo al pastor, lo que confirmó el milagro.
Desde entonces cofradías de creyentes de toda la región, durante ocho siglos y en números actuales de 68, suben hasta el Santuario por una estrecha vía, en carreteras en su mayoría, y con una extensión que puede alcanzar los 3,5 kilómetros.
El momento cumbre llega al filo de la medianoche de este domingo con el ingreso a la iglesia del Santuario de la Cofradía Matriz, Real e Ilustre, donde termina el extenso ceremonial que, en realidad, arranca el jueves.
Luego, prácticamente no se duerme. Las residencias de las Cofradías, muy destacada por cierto la de Granada, derrochan música y baile, hasta el amanecer, cuando regresa la veneración a la Virgen de la Cabeza con una misa al aire libre en la explanada del Santuario.
Finalmente, una procesión con la imagen de su figura que sirve, además, para que niños muy pequeños y objetos de diverso tipo, rocen a La Morenita en busca de su bendición.
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