Parece difícil comprender que a la par de los esfuerzos para detener las hostilidades y el sufrimiento de la población civil ucraniana, el bloque, precisamente bajo la presidencia rotatoria del Consejo por Francia, señale su intención de escalar en la cruzada anti-rusa, pese a que a todas luces no ha dado resultados.
Según la versión gala de las conversaciones, al menos la octava entre los mandatarios desde el comienzo de la operación militar rusa en Ucrania, el 24 de febrero, Macron instó a Putin a «permitir la evacuación de la planta siderúrgica Azovstal, en Mariúpol».
Asimismo, el jefe del Estado francés habría solicitado a su par el cese del fuego, un pedido que contrasta con la decisión de occidente, París incluida, de suministrar armas modernas al gobierno de Volodymyr Zelensky.
Por su parte, el Kremlin informó que Putin comentó a su interlocutor la necesidad de que occidente ejerza una influencia sobre Zelensky favorable a la solución de la crisis y detenga el suministro de armas.
También llamó la atención acerca del desconocimiento por los Estados miembros de la UE de los crímenes cometidos por fuerzas ucranianas contra civiles en el Donbass, donde Moscú reconoció la independencia de las autoproclamadas repúblicas de Donetsk y Lugansk. El mismo día de esta nueva edición del diálogo telefónico Macron-Putin, el alto representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, anunció que el bloque prepara nuevas sanciones contra Rusia, entre ellas la limitación de las importaciones de petróleo.
Borrell mencionó además la incorporación de otros bancos rusos a la lista de instituciones excluidas del sistema Swift, una red internacional de comunicaciones financieras.
Cientos de sanciones no han desviado a Moscú de su objetivo declarado a finales de febrero de garantizar la seguridad de la población del Donbass y de “desnazificar” a su vecino.
Rusia también esgrimió sus exigencias de seguridad, ante la expansión de la OTAN hacia el este europeo, esta vez con Ucrania como punta de lanza. La paz parece distante, pese a las demandas de la ONU y de su secretario general, António Guterres, en medio del empeño de occidente en armar a Ucrania, cuya población sufre las consecuencias de la falta de voluntad para detener un conflicto que tal vez pudo evitarse.
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