De acuerdo con Helen Dickinson, directora ejecutiva del Consorcio Minorista Británico, los precios de venta subieron de 2,1 por ciento en marzo a un 2,7 por ciento el mes pasado.
Por desgracia, los consumidores deben prepararse para los nuevos aumentos que vendrán, afirmó la empresaria, citada este miércoles por la cadena Sky News.
El costo de la vida se disparó en el Reino Unido desde abril pasado, cuando entró en vigor un incremento del 52 por ciento de la tarifa de electricidad y gas y nuevos impuestos sobre la seguridad social y la vivienda.
El gobierno justificó esas medidas con el aumento de los precios globales del petróleo y del gas en el mercado internacional, pero se niega a aplicar un impuesto único sobre las ganancias que obtienen las petroleras, como le exigen la oposición y las organizaciones sociales.
Según el primer ministro británico, Boris Johnson, quien la víspera admitió que el Ejecutivo no ha hecho lo suficiente para aliviar la crisis del costo de la vida, el gravamen podría desalentar a esas compañías a invertir en nuevos proyectos energéticos que ayudarían a bajar los costos.
Organizaciones como Equality Trust, que se ocupa de mejorar la calidad de vida de los británicos mediante la disminución de las desigualdades sociales y económicas, consideran, sin embargo, que las autoridades deberían preocuparse por la falta de inversión y apoyo a los sectores más pobres, y no por las consecuencias de un impuesto sobre las petroleras.
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