“Para un país que depende en gran medida de las importaciones de energía, esta es una decisión muy difícil, pero la unidad del Grupo de los Siete (G7) es más importante en un momento como el actual”, dijo el mandatario nipón en conferencia de prensa.
El anuncio de Kishida responde a las sanciones coordinadas entre siete de las principales potencias económicas del mundo (Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Italia, Francia, Alemania y Japón) contra Rusia por su operación militar especial en Ucrania.
Todavía falta precisar la fecha exacta para la entrada en vigor de la nueva prohibición y al respecto, el jefe del Ejecutivo japonés recalcó que se tomarían su tiempo y lo considerarían mientras evalúan la situación real.
En cuanto a los activos en la isla de Sajalín, Kishida reiteró que mantienen sin cambios los planes de permanecer en el proyecto, aunque en el futuro tomarán medidas “para eliminarlos gradualmente de una manera que minimice los efectos adversos en la vida de los japoneses y las actividades comerciales”.
Participar en la perforación y obtención de hidrocarburos en el extremo este de Rusia garantiza a Japón un suministro estable a largo plazo y a bajo coste, e involucra a importantes firmas nacionales como Mitsui & Co. y Mitsubishi Corporation, junto a la estatal rusa Gazprom.
De acuerdo con las operadoras niponas, el negocio administrado por Sakhalin Energy Investment produce 150 mil barriles diarios de petróleo y licúa 9,6 millones de toneladas de gas natural al año, y de este último recurso Japón recibe cerca del 60 por ciento.
A pesar de las presiones del G7, Tokio evitó hasta ahora la adopción de decisiones radicales contra Moscú dentro del sector energético por cuestiones de seguridad, debido a sus escasos recursos asociados.
Hasta la fecha, el paso más atrevido a juicio de expertos locales fue el anuncio sobre la eliminación paulatina de las compras de carbón ruso. Según datos oficiales, en 2021 Rusia fue el quinto mayor proveedor de petróleo crudo y gas natural licuado de Japón.
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