El diario editorializa sobre la reciente visita de López Obrador a La Habana, donde señaló que entre Estados Unidos y la nación caribeña es tiempo de la hermandad y no de la confrontación y de una nueva convivencia entre todos los países de América porque el modelo impuesto hace más de dos siglos está agotado.
Abogó por dejar de lado la disyuntiva de integrarnos a Estados Unidos o de oponernos en forma defensiva, y apoyó explorar la opción del diálogo con Washington y de persuadir a sus gobernantes de que una nueva relación entre todos los países de América es posible.
En suma, expresa La Jornada, López Obrador propuso ante su homólogo cubano, Miguel Díaz-Canel, la integración con respeto a las soberanías y formas de gobierno y la aplicación de un tratado económico y comercial como una salida eficaz al riesgo de un desequilibrio geoestratégico que representa para el mundo el declive estadounidense.
Asimismo, se comprometió a insistir ante la Casa Blanca para que se ponga fin al bloqueo y se incluya a todos los países del hemisferio en la Cumbre de las Américas prevista para junio, en Los Ángeles, Estados Unidos.
La ruta esbozada por el presidente de México para superar la añeja actitud de agresión e injerencia estadunidenses en contra de Cuba y la normalización de las relaciones entre nuestro vecino del norte y la nación caribeña enfrenta, sin duda, grandes incertidumbres y enormes desafíos, y a primera vista podría antojarse hasta quimérica e irreal, advierte el editorial.
Tiene, sin embargo, la virtud de ser la única iniciativa que existe en el escenario continental para lograr tan difícil cometido y representa una apuesta por la razón y el entendimiento en un planeta requerido de ambos atributos.
Se trata de una propuesta histórica que, de prosperar, representaría para Cuba la salida a la asfixiante y lesiva hostilidad de Washington.
En tanto que para Estados Unidos podría significar una oportunidad de desactivar el grotesco anacronismo del bloqueo, una herencia de la guerra fría que a estas alturas le constituye un factor de repudio internacional, añade La Jornada.
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