Paz Esteban, hasta hace dos días titular del CNI, fue la primera cabeza en rodar por el escándalo de las escuchas con el programa Pegasus al propio presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y sus ministros de Defensa, Margarita Robles, y del Interior, Fernando Grande-Marlaska.
Pero la asunción este jueves como secretaria de Estado nueva directora del CNI, Esperanza Casteleiro, lejos de aplacar los ánimos, encendió más la hoguera.
Partidos afines que forman parte de la coalición del Ejecutivo, como Unidas Podemos, no están conformes con que la salida de Esteban sea la única respuesta de Sánchez, después de admitirse que los celulares “pinchados” de una veintena de líderes independentistas catalanes se hizo con respaldo jurídico.
La oposición, encabezada por el Partido Popular (PP), no cesa de lanzar dardos contra el gobernante, y los dirigentes catalanes tampoco aceptan el cambio de funcionaria al frente del CNI. De hecho, casi todos, incluida Unidas Podemos, apuntan a la figura de la ministra de Defensa.
Sánchez anunció este martes la destitución de Esteban, algo que para el PP, Ciudadanos y la Extrema derecha de Vox, es una concesión a los independentistas de Catalunya, en particular al actual president de la Generalitat, Pere Aragonés.
El vocero de Unidas Podemos en el Congreso, Pablo Echenique, instó al Gobierno de Sánchez a no cerrar en falso la crisis por el espionaje a políticos.
Consideró que más allá de asumir responsabilidades, valoró como ideal el momento para profundizar en la regeneración democrática de España.
“No es legítimo investigar y espiar a dirigentes de la oposición; es algo que no cabe en democracia”, opinó días atrás el ministro de Consumo, Alberto Garzón, miembro de Izquierda Unida y diputado.
jf/ft