Por Frank González
Corresponsal de Prensa Latina en Italia
Con el inicio del conflicto armado cobró auge la búsqueda de alternativas al gas ruso, el cual representó alrededor del 40 por ciento del total en 2021, por parte del gobierno presidido por el primer ministro, Mario Draghi, quien abordó el tema el 1 de marzo último en intervenciones ante el Senado y la Cámara de Diputados.
Al señalar que en aquel momento no existían señales de una interrupción del suministro de gas, el jefe del ejecutivo se refirió a la necesidad de prever cualquier eventualidad “ante el riesgo de represalias” por parte de Rusia, o de un “recrudecimiento de las sanciones” contra ese país.
Draghi precisó que las opciones disponibles contemplaban, principalmente, la compra de gas a otros proveedores como Argelia o Azerbaiyán; una mayor utilización de las terminales de gas licuado; y posibles aumentos temporales de producción termoeléctrica a partir del carbón o el petróleo.
Si es necesario, dijo, será oportuno adoptar una mayor flexibilidad respecto al consumo de gas, en particular en el sector industrial y termoeléctrico, y advirtió que la diversificación de las fuentes de aprovisionamiento energético es un objetivo, al margen de lo que suceda con el suministro del gas ruso.
En ese sentido, priorizó el incremento de la producción de energías renovables y subrayó que el gas seguirá siendo un medio útil para afrontar la transición energética.
En su afán por reducir la dependencia del mercado ruso, el gobierno italiano tocó las puertas de varios países, entre ellos Argelia, con el cual acordó añadir nueve mil millones de metros cúbicos a los 22,6 miles de millones recibidos actualmente a través del gasoducto Transmed.
Los primeros tres mil millones de metros cúbicos comenzarán a llegar este año, hasta llegar a seis mil millones en 2023 y a los nueve mil millones pactados en 2024.
Según trascendió, otro acuerdo con Azerbaiyán sumará alrededor de dos mil millones de metros cúbicos a los 7,6 miles de millones anuales que envía Bakú a Italia por el gasoducto Trans Adriático.
Mientras tanto, otros convenios incluyen el suministro de gas licuado procedente de naciones como Argelia, Qatar, Angola y Congo hasta llegar a 12,7 miles de millones de metros cúbicos en el segundo semestre de 2024.
DEPENDENCIA DEL GAS
Italia depende del gas para cubrir el 39 por ciento de la demanda nacional de energía a cuya generación aportan también el petróleo, con el 35 por ciento, las fuentes renovables, 19 y el carbón, cinco por ciento, mientras la electricidad importada representa apenas el dos por ciento.
La reducción progresiva de la dependencia de los combustibles fósiles, incluido el gas natural, es uno de los ejes del Plan Nacional Integrado para la Energía y el Clima aprobado por el gobierno italiano en diciembre de 2019, en línea con las directrices regionales sobre esa materia.
La reducción de al menos el 55 por ciento de la emisión de gases contaminantes en 2030, respecto a 1990, y la meta carbón cero, son aspectos centrales de la estrategia como parte de la cual Italia aspira a cubrir con fuentes renovables hasta el 30 por ciento de sus necesidades energéticas.
Para lograr ese objetivo, será necesario llegar al 55 por ciento de la generación de electricidad, el 33,9 en el sector térmico y el 22 por ciento en el del transporte.
Según estadísticas del Ministerio de la Transición Ecológica citadas por Qualenergia.it, Italia registró en 2021 un consumo de gas 7,2 por ciento superior al de 2020, un año afectado por las restricciones impuestas para enfrentar la pandemia, y 2,4 más respecto a 2019.
Otro componente del consumo energético de este país es el gas licuado, procesado en tres estaciones regasificadoras, el cual aportó 9,8 miles de millones de metros cúbicos en el mismo período, equivalentes al 13,5 por ciento del total, comparado con 19,2 en 2020.
LAS FUENTES TRADICIONALES
Rusia y Argelia, con 40 y 31 por ciento, respectivamente fueron, hasta 2021, los principales proveedores de gas natural de Italia, seguidos por Azerbaiyán, 10; Qatar, nueve; Libia, cuatro; Estados Unidos y Nigeria, uno por ciento cada uno; y otros cinco países, cuatro por ciento, según datos oficiales.
La Federación Rusa es también el primer suministrador de carbón, con 52 por ciento, y el tercero de petróleo, con 12, en un contexto en el cual esta nación europea depende de la importación de combustibles fósiles para satisfacer alrededor del 75 por ciento de sus necesidades energéticas.
El gas natural importado arriba a Italia a través de cinco gasoductos, entre ellos el Trans Austria Gas (TAG), último tramo del flujo proveniente de Rusia hasta la localidad de Tarvisio, en la región de Friuli-Venecia Julia y el Transitgas, sección suiza del procedente del norte de Europa.
Además, el Trans Adriático (TAP), el cual va desde la frontera greco-turca hasta Melendugno, en la región de Apulia, el Greenstream, desde Libia hasta la ciudad siciliana de Gela y el Transmed, desde Argelia a Mazara del Vallo, en Sicilia, pasando por Túnez.
Desde el punto de vista económico y ambiental el gas ruso fue, y sigue siendo, una buena opción para Italia y Europa en general, donde el suministro representó alrededor del 45 por ciento del total importado en 2021, según diversas fuentes.
Sin embargo, los intereses geopolíticos parecen ser suficientes para que los países de la región exploren otros horizontes, como Italia, cuyo ministro de la Transición Ecológica, Roberto Cingolani, aseguró, en entrevista al diario La Repubblica, que en la segunda mitad de 2024 “podremos prescindir de importar gas ruso”.
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