En 2021, Lasso salió electo mandatario en segunda vuelta de comicios, para suceder a Lenín Moreno, cuya gestión fue desaprobada por muchos, debido a su giro drástico hacia la derecha, pese a llegar al poder en representación del progresismo, para dar continuidad a los logros de la Década Ganada (2007-2017), liderada por Rafael Correa.
Sin embargo, un año después, muchos son los temas pendientes del nuevo ejecutivo, teniendo en cuenta las promesas de campaña del centro-derechista Guillermo Lasso, basadas en mejoras en pilares como el empleo, la educación, la salud y el combate al crimen.
En las urnas, el pueblo decidió mayoritariamente por el exbanquero, quien poco a poco ha perdido credibilidad debido a todos los problemas que enfrenta esta nación, golpeada además por la pandemia de la Covid-19.
Una de las cuestiones pendientes es la generación de puestos laborales, sector que sigue en números rojos en este país, donde en marzo de este año el empleo adecuado llegó a 32,7 por ciento, lo cual implica trabajo pleno para solo tres de cada siete ecuatorianos, según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).
Los estudios del INEC muestran además que el desempleo en ese período se ubicó en el 4,8 por ciento, siendo las mujeres las más golpeadas.
Esa situación se complejiza cuando la canasta básica familiar tiene un valor de 728 dólares y el sueldo mínimo es de 425, lo cual afecta a un elevado por ciento de familias trabajadoras.
Por otra parte, la enseñanza experimentó un fuerte recorte presupuestario, que derivó en despido de empleados, disminución en la calidad de la docencia y malas condiciones en la infraestructura.
De forma similar, la salud pública también cuenta con menos fondos, lo que se ve reflejado en menos servicios y una carencia considerable en el acceso a medicamentos para pacientes, incluso con enfermedades crónicas y consideradas catastróficas.
Esa realidad, que golpea a la población trabajadora, contrasta con el informe a la nación, presentado la víspera por el mandatario y que a juicio de muchos, está alejado de la verdad.
Al valorar la labor del ejecutivo, la socióloga Irene León advirtió a Prensa Latina que a un año de gobierno del conservador Lasso, el país se reinserta en dinámicas neocoloniales y aplicó, sin ambages, una dirección de y para el capital financiero, con sus espacios de poder y prioridades como sinónimo de economía nacional.
En ese sentido, añadió que el comportamiento es similar en cuanto al retorno del interés privado a los sectores estratégicos como el petróleo, energía, telecomunicaciones y alimentación.
«También es acelerada la privatización de las áreas públicas, que están en subasta bajo criterios neoliberales de devaluarlas para entregarlas luego a los privados y como consecuencia, el pueblo volvió a índices de despojo e inseguridad en todos los campos, como no se creyó que sucedería tras las políticas redistributivas y populares de la Revolución Ciudadana de 2007 a 2017», apuntó.
De otro lado, estimó que la política internacional se alineó no solo con la agenda de Estados Unidos, sino también con sus intereses en el país y la región y se convirtió en vocero de ese programa foráneo.
Recordó que la situación llegó al punto que el Senado estadounidense discute una ley de asociación con Ecuador, la cual propone medidas para tomar decisiones en apoyo al país, pero en realidad establece vínculos de tipo de protectorado o neocolonia.
León también llamó la atención sobre lo que estimó como iniciativas neocoloniales del dignatario, indicio de la evolución rápida y acelerada de la reinserción de esta nación en las reglas del capital y el distanciamiento de las clases populares y la propia soberanía.
«Queda siempre la interrogante de los aliados de Lasso y su partido Creo, que lo llevó al poder, sobre quienes aún se califican como progresistas o de izquierda, que aún hablan de país, pero lo colocaron en la presidencia y están cogobernando. Muchas interrogantes sobre esto para el año que viene», concluyó.
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