“No aceptamos categóricamente estas acusaciones y, al contrario, acusamos a los países occidentales de llevar a cabo varias acciones ilegales que han conducido a ese bloqueo”, declaró el funcionario a los periodistas.
Preguntado sobre si eso significa que Occidente debe levantar las sanciones para que se puedan reanudar los envíos de grano, el jefe de prensa señaló que las medidas que impiden el flete de barcos y la exportación de grano, entre otras, deben ser anuladas.
La víspera el vicecanciller ruso Andréi Rudenko señaló que su país está dispuesto a establecer un corredor humanitario para la salida de los barcos con alimentos de los puertos de Ucrania.
“La solución del problema alimentario requiere un enfoque integral, que incluya la eliminación de las sanciones impuestas a las exportaciones y transacciones financieras rusas, y también requiere retirar las minas del lado ucraniano de todos los puertos donde están anclados los barcos”, advirtió.
En declaraciones a la prensa, el viceministro de Asuntos Exteriores explicó que el país colabora con la Organización de Naciones Unidas (ONU) para desbloquear el grano en los puertos ucranianos.
Significó que el tema fue discutido en detalle durante la visita del secretario general de la ONU, António Guterres a Moscú. “Se están realizando más consultas sobre cómo puede ayudar la ONU en esta situación”, dijo.
Rudenko advirtió que la entrada de barcos de países occidentales en el mar Negro para transportar grano ucraniano complicaría de forma seria la situación en esa región en medio de la actual coyuntura.
Acerca de las palabras de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, de que Rusia utiliza el tema alimentario como arma de chantaje y que hay que buscar opciones de diálogo sobre este asunto, apuntó que Moscú siempre está dispuesto a conversar con quienes busquen una solución pacífica a los problemas.
Las acciones militares en Ucrania y las sanciones a gran escala impuestas a Rusia por Estados Unidos y la Unión Europea afectaron el suministro de grano, aumentando el riesgo de una crisis alimentaria en varios países del mundo.
Desde principios de año, los precios del trigo y el maíz subieron 30 por ciento.
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