La Habana, 28 may (Prensa Latina) El golpe de Estado al sur del Sahara cobró fuerza con la ejecución de motines militares en Sudán, Mali, Guinea y Burkina Faso, que reconfiguraron las respectivas autoridades de esos países.
En los tres últimos años se rechazó la validez de tales acciones, pues el continente se empeña en lograr que la gobernabilidad sea un hecho y se distancia de las prácticas antidemocráticas, ese giro es un objetivo de la gestión política contemporánea, aunque no siempre se alcance.
El asalto al poder –como forma inconstitucional de cambio- es uno de los temas que abordará la cumbre extraordinaria de la Unión Africana (UA) que deberá sesionar a partir de este 28 de mayo en Malabo, capital de Guinea Ecuatorial, y para cuya agenda se respetó el tradicional consenso en el seno de la organización continental.
Nadie duda que los recientes derrocamientos de mandatarios crearon una situación en la región diferente a las asonadas de hace más de 30 años, cuando politólogos les vinculaban con la redistribución del erario público por el sector castrense en el contexto de la Guerra Fría.
Actualmente la percepción es distinta, se razona diferente porque África vive otro momento –aunque no por eso menos dependiente del capital- pero ahora se hace notar significativamente en un mundo más entrelazado que debe excluirla menos porque necesita más de sus riquezas.
Esa condición induce a reclamar espacios de gestión, lo cual converge con demandas de perfil nacionalista, planteadas ahora de acuerdo con la dinámica política y socioeconómica contemporánea, con otros matices que hoy evitan lapidarias definiciones mecánicas.
La aplicación de los programas de ajuste estructural supuso una desideologización total, pero eso no es real mientras existan diferencias determinantes en todos los órdenes, lo cual trae como consecuencia que muchos ciudadanos se sientan, al menos virtualmente, amenazados de ser excluidos del proceso de globalización.
No obstante, se requieren otros instrumentos metodológicos para replantearse los problemas que atosigan a África sin ofrecerle soluciones camino al desarrollo y ese es el nudo gordiano más allá de cualquier identificación retórica, y entre esas novedades habrá que analizar profundamente los recientes golpes de Estado subsaharianos.
Sin embargo, aunque se transita por nuevos tiempos, persisten viejos intereses en relación con el poder: la legitimidad para poseerlo, la autoridad para ejercerlo y las facultades para transformarlo respetando o no la constitucionalidad, así como tener en cuenta a quiénes esencialmente beneficia.
El mandatario de Ghana, Nana Akufo-Addo, también presidente en ejercicio de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (Cedeao), le indicó una «dimensión internacional» al aumento de golpes de Estado en el continente, es decir, en el actual contexto a seis décadas de las independencias.
Señaló que «algunas entidades extranjeras consideran los golpes en países africanos como un medio para potenciar sus ambiciones regionales».
Tres miembros de la Cedeao –Mali, Guinea y Burkina Faso- registraron derrocamientos de mandatarios con lo que destrozaron sus sistemas constitucionales y pasaron a ser comandados por juntas militares que prometieron volver a la civilidad luego de un periodo de transición.
En Accra, la capital ghanesa, Akufo-Addo dijo que «la reaparición de los golpes de Estado en África en todas sus formas y manifestaciones debe ser condenada por todos, pues socava gravemente el impulso colectivo de eliminar del continente la amenaza de la inestabilidad y los cambios inconstitucionales de gobierno».
El líder ghanés reconoció la existencia de causas internas que incitan a atacar la institucionalidad para tomar el poder, pero la emprendió contra la influencia externa: «a la hora de fomentar los cambios anticonstitucionales, a menudo a favor de gobiernos represivos, intereses económicos extranjeros y otros posibles beneficios geopolíticos”.
Tales cambios inconstitucionales de gobiernos retrasan el avance de los Estados y ante eso «la unidad y determinación deben enviar un claro mensaje a quienes traman golpes de que las asonadas nunca han sido ni serán soluciones duraderas a los desafíos políticos, económicos y de seguridad en África”, añadió el presidente de la Cedeao.
Esas consideraciones deberán repercutir en el transcurso de la cumbre extraordinaria de la UA, que sesionará poco después de la celebración de una jornada internacional de agasajo y reconocimiento al continente por la creación el 25 de mayo- en 1963 de la Organización de la Unidad Africana (OUA), la predecesora.
En la actual configuración política del continente se imponen distinguir entre quienes detentan el poder inclinados a satisfacer intereses elitistas olvidando al resto y los pueblos que demandan cambios vitales para no concluir desahuciados en el ámbito global.
Pero si bien imponer por la fuerza un orden resulta lesivo, pararse en el tiempo y permanecer inmóviles en medio del torbellino de cambios de circunstancias y coyunturas puede ser fatal si se pretende insertar adecuadamente y con mejores condiciones a sus respectivos países en el nuevo mapamundi.
Indudablemente esa debe ser una preocupación del poder en tanto que verdadera responsabilidad de cara a los procesos contemporáneos, se trata de lograr un comportamiento acertado lejos de lastres evidentes que instan a la conspiración y el golpismo.
Nana Akufo-Addo precisó que «la reaparición de los golpes de Estado en África en todas sus formas y manifestaciones debe ser condenada por todos, pues socava gravemente el impulso colectivo de eliminarla del continente”, y que, a decir de Macky Sall, presidente de turno de la Unión, la región no puede aceptar “ese estado de cosas».
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