Como quiera que se trata del equipo más ganador de la historia en la Champions League y también de los torneos nacionales, está lejos de concitar la unanimidad. No logra desembarazarse de sus críticos, que se aferran a la suerte para justificar sus éxitos.
En cualquier caso, la fórmula Ancelotti, del ahora único entrenador con cuatro Liga de Campeones en su haber y cinco títulos en los cinco grandes certámenes europeos, funcionó contra viento y marea.
Decidió exprimir al máximo el momento sublime del francés Karim Benzema, a la postre Pichichi de LaLiga y de la Champions, le dio más confianza al brasileño Vinicius y descansó en dos centrales nuevos, el austriaco David Alaba, debutante en esos menesteres, y el otro brasileño, Eder Militao, que era suplente.
A todo eso se sumó el despliegue notable hasta el firmamento del arquero belga Thibaut Courtois, el reverdecer el veterano mediocampista Luka Modric, y el trabajo de sus dos escuderos, el conductor alemán Toni Kroos, y el “obrero” de la contención, el brasileño Casemiro.
Con sus más y sus menos, le vino bien a Ancelotti la crisis del Barcelona tras la salida del argentino Lionel Messi y el inicio incierto, junto con su inestabilidad, del monarca de la pasada temporada, Atlético de Madrid.
En su suma, el enigma eterno que hace de los merengues un plantel lleno de enigmas. En esta edición habría que focalizarlos en la poderosa cobertura ofensiva y combatividad de Benzema, los desbordes de Vinicius, la calidad de Modric y, muy en especial, las paradas de Courtois.
Si bien no es nuevo en la historia del Real Madrid, quedarán para los anales las remontadas increíbles ante tres poderosos contrincantes, París Saint Germain, Chelsea y Manchester City.
Lo demás que se diga, es un cuento chino. En el deporte con el paso de los años lo que queda son los resultados. Y 14 Orejonas no parece ser un problema de suerte.
jf/ft