Son invisibles para los humanos, pero los nuevos satélites utilizados en nuestro estudio fueron capaces de cartografiarlos con una precisión increíble, describió el equipo implicado de la universidad de Stanford y agregó que también pudieron medir la producción de los cultivos desde el espacio.
Esto abrió la posibilidad de mejorar rápidamente nuestro conocimiento de cómo estos gases afectan a la agricultura en diferentes regiones, explicó el autor principal, David Lobell.
Los implicados calcularon que la reducción de las emisiones de óxido de nitrógeno a la mitad en cada región mejoraría el rendimiento en un 25 por ciento para los cultivos de invierno y un 15 para los de verano en China.
Casi un 10 por ciento tanto para aquellos de invierno como para los de verano en Europa Occidental, y aproximadamente un ocho para los de verano y un seis por ciento para los de invierno en la India, detallaron.
En general, América del Norte y del Sur tuvieron las exposiciones más bajas y los efectos parecían más negativos en las estaciones y lugares en los que el óxido de nitrógeno probablemente impulsa la formación de ozono, acotaron en el artículo.
Las medidas que se tomarían para reducirlo, como la electrificación de los vehículos, coinciden estrechamente con los tipos de transformaciones energéticas necesarias para frenar el cambio climático y mejorar la calidad del aire local para la salud humana, apuntaron.
Los beneficios agrícolas de estas acciones podrían ser realmente sustanciales, lo suficiente como para ayudar a aliviar el reto de alimentar a una población creciente, concluyó el texto.
Investigaciones anteriores estimaron que las reducciones de ozono, partículas, dióxido de nitrógeno y dióxido de azufre entre 1999 y 2019 contribuyeron a cerca del 20 por ciento del aumento del rendimiento del maíz y la soja en Estados Unidos durante ese período. Los óxidos de nitrógeno -según la literatura- se encuentran entre los mayores contaminantes atmosféricos del mundo, pueden dañar directamente las células de los cultivos y afectarlas indirectamente a través de su papel como precursores de la formación de ozono.
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