Por Yoel Almaguer
«No espere que Cuba ceda en un milímetro de sus principios ni ceje en su empeño de construir el socialismo», sentenció aquel abril de 2018 al enviado del expresidente Donald Trump.
El canciller expresó que el representante estadounidense «ignora la realidad u oculta la verdad» cuando acusaba a Cuba y Venezuela como países que no respetaban los derechos humanos ni la democracia.
En dicha reunión de jefes de Estado y de Gobierno, Parrilla dejó claro que la mayor de las Antillas estaba dispuesta a mantener relaciones con Estados Unidos, pero no a «negociar ni uno solo de sus principios».
Denunció el impacto del bloqueo contra la Isla, se pronunció en favor del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva y de Venezuela. Nicolás Maduro, a quien se le negó la asistencia, invocó la declaración de América Latina y el Caribe como zona de paz, y mostró su descontento por la ausencia de Puerto Rico.
Todavía se recuerda el lema de aquel octavo encuentro hemisférico: «Gobernabilidad democrática frente a la corrupción» que coincidió, paradójicamenete, con el escándalo por actos corruptos del anfitrión peruano Pedro Pablo Kuczynski.
El programa oficial incluyó espacios paralelos que involucraron a la sociedad civil del continente y donde la Organización de Estados Americanos (OEA) promovió la presencia de ciudadanos y organizaciones mercenarias que, sin legitimidad alguna, quisieron revertir el orden del encuentro.
El día 13 de abril, la delegación oficial cubana que participaba en la inauguración de la VIII Cumbre de las Américas se retiró de la sala antes de que comenzara la intervención del secretario general de la OEA, Luis Almagro, como protesta por declaraciones ofensivas que realizó el día anterior acerca de Cuba y sus autoridades.
La Cumbre de Perú concluyó con una declaración denominada Compromiso de Lima, documento en el cual se adoptaron 57 acuerdos agrupados en siete ejes temáticos.
Sin embargo, el cambio profundo en las relaciones hemisféricas que reclamó el entonces presidente de Cuba Raúl Castro Ruz en la séptima Cumbre no ocurrió.
La América martiana y bolivariana, el conjunto de naciones del Río Bravo a la Patagonia sigue siendo saqueada, intervenida y vilipendiada por el imperialismo norteamericano que invoca la Doctrina Monroe para ejercer dominación y hegemonía sobre nuestros pueblos, enfatizó en Lima el canciller cubano.
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