En un artículo publicado este viernes en el Daily Telegraph, el también miembro de la Cámara de los Lores consideró que, a pesar de sobrevivir el lunes pasado a un voto de confianza partidista por el llamado partygate, Johnson no puede darse el lujo de ignorar la profunda oposición que enfrenta dentro de las filas conservadoras.
De acuerdo con Frost, quien renunció a su ministerio a finales del año pasado, en desacuerdo con la línea asumida por el Ejecutivo, el problema principal del gobernante no son las fiestas celebradas en su despacho durante la cuarentena por la Covid-19, sino que los votantes no entienden lo que está tratando de hacer.
Todos los primeros ministros tienen sus puntos débiles y ciegos. El asunto es ver si son capaces de compensarlos rodeándose de las personas adecuadas, aceptando los consejos buenos y estableciendo una dirección política clara y con un apoyo amplio, señaló el exjefe negociador del Brexit.
En su opinión, Johnson tendrá hasta el otoño, cuando está previsto que el Partido Conservador celebre su conferencia anual, para corregir el tiro, y decidir qué problemas deben ser atendidos de inmediato y cuáles pueden dejarse para después.
Al respecto, aconsejó a su antiguo jefe enfocarse en revertir los aumentos de impuestos recientes, comprometerse de manera ´creíble´ a hacer más recortes impositivos sobre la tarifa energética y retomar el uso de la fracturación hidráulica en la extracción de combustibles fósiles.
La bancada conservadora en el Parlamento sometió a Johnson a un voto de confianza, luego de que más del 15 por ciento de sus 359 miembros escribieron al comité 1992 del partido para pedir su destitución después que una investigación interna lo responsabilizó de las fiestas ilegales en Downing Street, y la Policía lo multó por infringir las normas antiCovid-19.
El primer ministro logró salvar su puesto con el apoyo de 211 diputados, y no podrá volver a ser sometido a otra votación hasta dentro de un año, pero los analistas coinciden en que tendría grandes dificultades para gobernar si los 148 legisladores que votaron en contra le hacen la guerra en la Cámara de los Comunes.
jcm/nm