Ambas villas se encuentran en una región fuertemente afectada por ataques terroristas y de una importancia estratégica por ser fronteriza con Mali y Níger, también víctimas de la violencia integrista de distorsionada filiación islámica, recuerdan observadores.
Puede carecer de humanismo comparar cuantitativamente lo ocurrido en Solhan en junio de 2021, cuando un ataque contra ese caserío minero dejó más de 160 muertos, con lo acontecido ahora en Seytenga, donde se reportaron 86 víctimas fatales, pero las cifras ilustran cómo persevera la crueldad.
Ese ataque ocurrió el sábado a unos 40 kilómetros de Dori, la capital de la región del Sahel, cerca de la frontera con Níger, y se calcula que causó no menos de ocho mil 300 desplazados, la mayor parte menores de edad, según el gubernamental Consejo Nacional de Emergencias y Rehabilitación (Conasur).
El jueves se informó el cierre de la investigación realizada por los órganos de seguridad y grupos de búsqueda de víctimas, luego de que la junta militar gobernante afirmara que esa matanza no quedará impune y por la cual se observó tres días de luto nacional.
Por su parte, el opositor Movimiento del Pueblo para el Progreso (MPP), partido del expresidente Mark Christian Roch Kaboré -derrocado por los militares en enero- cifró en 150 los ciudadanos muertos en el ataque, sin precisar datos de heridos y personas desplazadas.
La región septentrional de Burkina Faso integra la llamada zona de las tres fronteras por tener lindes con Mali y Níger, países con los que comparte la inseguridad ante las agresiones terroristas, causantes también de emigraciones forzosas para convertir el asunto en un problema saheliano.
Según agrupaciones de la oposición política, el asalto al vecindario de Seytenga fue precedido por un ataque contra la Brigada de Gendarmería Territorial en el que perecieron 11 agentes.
Los terroristas irrumpieron en localidad y atacaron a la población civil la noche del 11 al 12 de junio, precisó Wendkouni Joel Lionel Bilgo, vocero del gobierno.
Más de tres mil 170 personas, incluidos dos mil 173 niños, totalizaron los desplazados hasta el domingo por los ataques armados en las comunas de Seytenga y Titabe, notificó la Dirección de Acción Humanitaria, organización no gubernamental con sede en la nororiental ciudad de Dori.
“Haremos todo lo posible para encontrarlos y hacerlos pagar”, declaró del teniente coronel Paul-Henri Sandaogo Damiba, jefe de la junta castrense, quien reiteró su llamado a la población a cooperar con todas las fuerzas de seguridad para lograr el éxito completo, así como se comprometió a procurar el rápido retorno de los residentes a Seytenga.
Sin embargo, al respecto, el MPP puso en dudas la estrategia antiterrorista implementada por el jefe de la transición política, abierta en Burkina Faso tras el golpe de Estado contra Roch Kaboré, aunque demandó la unidad nacional para enfrentar la violenta ofensiva de los destacamentos extremistas.
“Como todos los burkinabeses nos preguntamos cómo es posible que en una zona tan estratégica los terroristas puedan cometer alegremente semejante barbarie durante varias horas sin preocuparse”, apuntó un comunicado del Movimiento, en el que también advirtió de que una embestida terrorista haga caer diversas localidades.
El Movimiento se pronunció por una urgente movilización de sus miembros y de todos los patriotas para vencer en la guerra contra el terrorismo y resultar exitosos en el retorno al orden constitucional lo antes posible, agregó el mensaje firmado por el jefe del partido, Alassane Bala Sakande.
Sin embargo, varios sobrevivientes expusieron a la prensa francófona que: “Las fuerzas de seguridad empacaron y se fueron”, afirmaron , y describieron cómo estuvieron solos frente a los asaltantes, quienes tomaron posiciones y dispararon contra los pobladores incluso abriendo las puertas de las casas para hacerlo.
Tal agresión podría relacionarse con un acto de represalia contra las tropas del gobierno que poco antes informaron la muerte de 40 terroristas durante una operación. El de Seytenga es el segundo ataque más mortal perpetrado en el país luego del ejecutado contra la aldea de Solhan el pasado año.
Burkina Faso sufre una escalada de la violencia desde que en 2015 se expandieron en zonas del norte y centro del país grupos armados de distorsionada confesión islámica, que, al parecer tienen mayor incidencia en la desestabilización nacional que el golpe de Estado de enero.
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