Ecuador cumple 11 días de protesta social
El hecho ocurrió a pocas horas de que el gobierno accedió al pedido de desmilitarizar la Casa de la Cultura y el Parque El Arbolito, una de las garantías solicitadas por la Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador (Conaie), convocante del paro popular de 11 días consecutivos, contra medidas económicas de corte neoliberal dispuestas por el ejecutivo.
Tras reunirse en el ágora de la Casa de la Cultura, centenares de indígenas marcharon hacia la sede del Legislativo, pero la fuerza pública le salió al paso con tanquetas antimotines y lazó bombas de gases lacrimógenos para dispersar a la multitud.
El ambiente se cubrió de una nube de gases que afectó a los movilizados entre quienes había mujeres y estudiantes, quienes encabezaban la marcha, así como adultos mayores.
Al menos dos horas seguidas duraron los enfrentamientos, iniciados mientras el presidente de la Conaie, Leonidas Iza, ofrecía declaraciones en calles aledañas al Legislativo, lo cual describió como una mala señal.
Poco después, la represión aumentó contra quienes participaban en la protesta pacífica para levantar sus voces y exponer sus demandas ante el Parlamento, cuya agenda de esta jornada incluye sesiones sobre la situación actual del país y temas vinculados al paro, iniciado el pasado 13 de junio en varias ciudades en espera de respuestas ante las carencias.
En un mensaje a los manifestantes, Leonidas Iza, presidente de la Conaie, pidió a todos regresar a la sede de la Casa de la Cultura, que se ubica a pocas cuadras de la Asamblea Nacional.
«Esta marcha fue de manera pacífica. No dejemos infiltrar a la gente que están dañando esta lucha, que están dañando esta marcha. Invitamos a que ingresen todos a la Casa de la Cultura», sentenció.
Videos difundidos en las redes sociales dieron cuenta además de ataques de los uniformados con gases lacrimógenos, desde el edificio de la Contraloría General del Estado, ubicado en las inmediaciones de El Arbolito y la Asamblea, contra los indígenas en protesta.
Luego de un inicio pacífico y acciones que a los ojos de muchos podían abrir el camino hacia el diálogo para solucionar el conflicto, la reacción represiva del gobierno convirtió la jornada en una de las más violentas.
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