Para ponerlo en contexto, sería como si un humano se encontrara con otro similar de una altura del Monte Everest, explicó Jean-Marie Volland, especialista del Instituto Conjunto del Genoma del Departamento de Energía, de Estados Unidos.
El tamaño inusual resulta notable porque las bacterias no suelen ser visibles sin la ayuda del microscopio, acentuaron los autores en el artículo.
Utilizamos varias técnicas para describir las características morfológicas y genómicas del macro-microbio y observamos nuevos compartimentos unidos a la membrana que contienen grupos de ADN denominados ‘pepinos’, describieron.
«La gran sorpresa fue darnos cuenta de que las copias del genoma repartidas por toda la célula están realmente contenidas dentro de una estructura que tiene una membrana”, añadió Volland.
En la mayoría de las bacterias, abundaron los expertos, su ADN flota libremente en el citoplasma, mientras esta lo mantiene más organizado.
Pensé que eran eucariotas, no creía que fueran bacterias porque eran inmensas y parecían tener muchos filamentos, reconoció Silvina González-Rizzo, profesora asociada de biología molecular en la Universidad de las Antillas de Guadalupe.
Después –contó- comprendió que se trataba de una perteneciente al género Thiomargarita, a la que ella agregó Magnífica, por grande.
Olivier Gros, especializado en biología marina y también catedrático de la casa de altos estudios del archipiélago caribeño, halló la bacteria en 2009 y a partir de entonces comenzó a profundizar.
Luego el proyecto incorporó nuevos miembros para la secuenciación del gen 16S rRNA e identificar y clasificar al procariota. Ahora, acorde con la publicación, este tipo de descubrimiento abre nuevos interrogantes sobre los morfotipos bacterianos que nunca antes se investigaron.
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