«El mérito no es mío, es de la Revolución cubana que yo represento”, afirmaba siempre que lo felicitaban por éxitos en los espacios internacionales a donde llevaba con orgullo el ejemplo de su país.
A estos principios patrios llegó también por la educación de su familia humilde y en especial del abuelo, el mambí que luchó por la independencia bajo el mando de estrategas militares como Antonio Maceo, Ignacio Agramonte y Máximo Gómez.
Escribió en una ocasión que descubrió su carácter revolucionario el día en que se sintió disconforme con el mundo restante «y anhelé uno más justo y bello».
Heredero de la estirpe revolucionaria de su abuelo Ramón, Roa fue fundador del Directorio Estudiantil Universitario en 1930, y poco después se incorporó al Ala Izquierda Estudiantil.
El 11 de junio de 1959 Fidel Castro anunció que el ministro de Estado, Roberto Agramonte Pichardo, sería sustituido por el doctor Raúl Roa, en un momento histórico cuando el poder revolucionario se hizo cargo del gobierno, y se daba un nuevo rumbo a la política exterior cubana.
El apelativo de «Canciller de la Dignidad» lo ganó por su intensa labor al frente de la diplomacia revolucionaria, sus cruciales batallas ante organismos internacionales y su poder de decisiones rápidas, coherentes, y pensadas siempre desde su país.
Falleció el 6 de julio de 1982 a los 73 años de edad. Aquel martes, miles de personas le rindieron homenaje en el Aula Magna de la Universidad de La Habana, que contó con la guardia de honor de Fidel.
En la despedida de duelo en el Cementrio de Colón de La Habana, el entonces Ministro de Cultura, Armando Hart expresó:
«Roa supo siempre interpretar en forma cabal la línea y las posiciones de Fidel (…) No se podrá escribir la historia de la diplomacia moderna en el mundo, sin recoger las luchas y la obra que en este campo llevó el Canciller de la Dignidad».
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