Un proyecto de resolución que abordaba la entrega transfronteriza desde Turquía fue vetado por la representación de Moscú porque ese documento no incluía asuntos clave para el Gobierno de Damasco.
El representante permanente adjunto de Rusia ante Naciones Unidas, Dmitri Polianski, lamentó que no se haya podido encontrar una mejor manera de resolver la cuestión y por eso, vetaron el proyecto de resolución redactado por Noruega e Irlanda.
Luego, Estados Unidos, Francia y Reino Unido vetaron otro proyecto de resolución presentado por Moscú sobre la misma cuestión: extender el mecanismo que permite entregas transfronterizas de ayuda al noroeste de Siria a través de Turquía.
De aprobarse ese documento, se hubiese extendido el mecanismo por seis meses, pero las potencias occidentales se opusieron alegando que no daría suficiente tiempo para planificar las operaciones.
El mecanismo para el envío de ayuda humanitaria a Siria desde los países vecinos funciona desde 2014 y se había prorrogado cada año.
Justo en este mes de julio se vence el funcionamiento del paso fronterizo de Bab al Hawa, el último que queda en la frontera con Turquía.
Hace más de 10 años, estalló el conflicto en Siria, en buena medida como resultado del interés de Occidente y sus aliados regionales de imponer un cambio de régimen y derrocar al presidente Bashar Al Assad.
Mientras Estados Unidos, Francia y Reino Unido señalan al Gobierno sirio como responsable de supuestas agresiones contra civiles, Damasco reitera sus denuncias de que esas potencias han ofrecido apoyo a organizaciones terroristas para generar inestabilidad en la nación levantina.
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