Al cierre del viernes, el crudo Brent, referente en los mercados europeos, subió 2,37 dólares, o un 2,3 por ciento, hasta alcanzar un valor de 107,20 dólares el barril.
Del otro lado del mundo, el crudo estadounidense West Texas Intermediate (WTI), que cotiza en la bolsa de Nueva York, ganó 2,06 dólares, o un 2 por ciento, hasta cerrar con 104,79 dólares.
Sin embargo, en el balance semanal ambos referenciales registraron descensos: el Brent perdió cerca del 4,1 por ciento y el WTI un 3,4 por ciento.
La principal caída de la semana se produjo el martes, cuando el Brent se hundió 10,73 dólares, en el tercer mayor retroceso del contrato desde que comenzó a negociarse en 1988.
Durante las últimas semanas, varios bancos centrales acordaron un alza de tasas como parte de los intentos para controlar la inflación, lo que hace temer que el aumento de los costos de préstamos frene el crecimiento.
Según análisis de expertos, la preocupación porque una posible recesión derivada de esta circunstancia provoque un descenso de la demanda pesó más que la escasa oferta mundial e influyó en la bajada de los precios petroleros.
Por otra parte, la realización de pruebas masivas de Covid-19 en China a lo largo de la semana renovaron los miedos a posibles confinamientos que también podrían afectar a la demanda de petróleo.
El reporte del Departamento de Trabajo en Estados Unidos sobre el crecimiento del empleo durante junio también influyó en los mercados.
«La cifra de empleo fue positiva desde el punto de vista de la demanda. Por el lado bajista, al mercado le preocupa que si el mercado de trabajo es sólido, la Reserva Federal pueda ser más agresiva con el alza de tasas», dijo Phil Flynn, analista del Price Futures Group.
En sentido general, los precios petroleros registraron alzas sistemáticas durante la primera mitad de este año y la tendencia continúa hacia el aumento, pues es más probable que la escasez de oferta se intensifique durante los próximos meses como consecuencia del impacto de las sanciones occidentales a Rusia.
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