Después de un debate en la Cámara, los diputados votarán en la tarde-noche el texto que busca derribar al gobierno.
Este, encabezado por la primera ministra Elisabeth Borne, lidia con una posición de fragilidad tras el fracaso en las elecciones legislativas de junio, en las que los partidarios del presidente Emmanuel Macron perdieron la mayoría absoluta.
Sin embargo, ni los conservadores ni la extrema derecha mostraron disposición a acompañar la moción en la Asamblea, donde necesita el apoyo de al menos 289 de los 577 parlamentarios.
De acuerdo con analistas, para la Nupes tiene un valor estratégico este paso, al margen de su resultado, ya que la consolida como la segunda fuerza política de Francia y contribuye a la unidad del diverso bloque.
En ese sentido, consideran favorable para la izquierda que logre coordinar acciones entre los partidos integrantes de la alianza, La Francia Insumisa, Europa Ecología Los Verdes, Comunista y Socialista.
Para el gobierno el panorama es desafiante, ya que necesita el control absoluto de la Asamblea Nacional para materializar los proyectos y las promesas de Macron en su segundo mandato, después de que en abril derrotara en el balotaje de las presidenciales a la ultraderechista Marine Le Pen.
La moción de censura impulsada por la Nupes es una prueba de ese desafío, al igual que la renuncia de la primera ministra Borne a solicitar el voto de confianza de los diputados tras presentar la semana pasada ente el Hemiciclo su discurso de política general, una práctica republicana que no es obligación constitucional.
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