El reporte citó el dato del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo de que el 97 por ciento de la población afgana enfrenta la posibilidad de vivir por debajo del umbral de la pobreza, reflejó la agencia de noticias The Khaama Press.
La desnutrición aguda afecta a 1,1 millones de niños afganos menores de cinco años, según el trabajo.
También, la pandemia de la Covid-19, el sarampión, la diarrea acuosa aguda y el dengue son algunas de las numerosas emergencias sanitarias que enfrenta Afganistán.
La rápida caída de las subvenciones internacionales, la pérdida de acceso a los activos en el extranjero y la interrupción de los vínculos financieros provocaron una importante contracción de la economía, el aumento de la pobreza y la inestabilidad financiera, así como un elevado desempleo y los altos precios de los alimentos y los insumos agrícolas.
Afecta además a la inestable economía afgana el aislamiento político del gobierno de los talibanes y las sanciones económicas, que agravaron la pobreza, el desempleo y el hambre de los ciudadanos del país.
La población del país necesita ayuda humanitaria producto del hambre, el colapso económico del país, las catástrofes naturales como inundaciones, terremotos, sequías y hambrunas, la falta de ayuda al desarrollo y los inviernos brutalmente fríos.
Igualmente, la crítica situación está marcada por una intensa sequía que mermó la producción agrícola nacional aumentando el peligro de hambruna, además de la carencia de agua.
La nación centroasiática enfrenta las sanciones impuestas por Estados Unidos y Occidente, que recortaron miles de millones de dólares en ayuda al desarrollo, a lo cual se sumó un reciente terremoto, que causó miles de muertos y heridos.
El grupo armado de los talibanes tomó el control de la empobrecida nación en agosto del año pasado, tras dos décadas de guerra por la invasión militar de Estados Unidos y sus aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte bajo el pretexto de combatir el terrorismo.
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