En rueda de prensa organizada por el grupo mediático Rossiya Segodnya, el diplomático refirió que cuando llegaron los talibanes al Gobierno el número de miembros del Estado Islámico era de dos mil, sin embargo, cifras preliminares advierten que hasta la fecha el número ascendió hasta los seis mil.
«Este es el aspecto más negativo de la evolución de la situación en Afganistán, porque los miembros de Daesh, como antes, buscan desestabilizar no solo el propio país, sino también a sus vecinos», recalcó Kabúlov.
Anteriormente, el canciller en funciones de Uzbekistán, Vladimir Nórov, criticó la insuficiente atención de la comunidad internacional al desarrollo de la posguerra en Kabul, y sus consecuencias para la población.
En ese sentido, añadió que la tragedia del pueblo afgano, si se enfrenta a una catástrofe humanitaria en solitario, puede generar nuevos flujos de refugiados, un aumento de la amenaza de las drogas y del terrorismo, como se está viendo actualmente con la alta presencia de Daesh.
Nórov enfatizó que solucionar la situación en la nación centroasiática, establecer una paz duradera y crear las condiciones para un desarrollo social y económico estable en este país, es un factor clave para garantizar la seguridad y el desarrollo sostenible en el vasto espacio euroasiático.
Afganistán sigue sumergido en una profunda crisis, tras dos décadas de conflicto armado entre el movimiento talibán y los Gobiernos que se sustentaban en el apoyo militar de Estados Unidos y otros países de la OTAN.
A mediados de agosto de 2021, los talibanes tomaron la capital, Kabul, precipitando la huida del presidente Ashraf Ghani y a principios de septiembre formaron un Gobierno interino liderado por Mohammad Hassan Akhund, uno de los fundadores del grupo insurgente.
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