Desde horas tempranas los capitalinos acompañaron la pequeña figura de “minguito” en una procesión por las principales calles de esta urbe hasta llegar al centro de la ciudad, colmada de colorido, tradición, cultura y fe.
En el desfile participaron personas de varias generaciones entre ellos niños, mujeres y adultos mayores, muchos de los cuales en cumplimiento de promesas a la imagen del santo patrono por haber recibido milagros de sanación o protección.
“Desde hace dos años no venía a estas fiestas por la pandemia de la Covid-19, y hoy veo un pueblo alegre, feliz y en paz en estas actividades tradicionales”, explicó a la prensa Carlos Gutiérrez, un hombre de 40 años que lleva más de 20 participando de las festividades.
Por su parte, la alcaldesa de Managua, Reyna Rueda, destacó la paz y la armonía de las familias nicaragüenses en estas celebraciones, consideradas las más grandes del país centroamericano.
«Crecimos viendo estas fiestas populares, estas fiestas de los managuas y vemos que han asistido personas del extranjero y de los departamentos, todo esto es parte de la alegría de vivir en paz y del rescate de nuestras tradiciones y de nuestra fe», comentó Rueda.
Las fiestas patronales de la capital de Nicaragua tienen su origen en el siglo XIX y actualmente se desarrollan en dos escenarios principales: la procesión del santo católico y el desfile hípico y de carrozas.
Así, cada 1 y 10 de agosto se realiza la primera y segunda peregrinación, conocidas como “la bajada y subida del santo” a la que acuden miles de personas devotos de Santo Domingo de Guzmán.
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