Tras ser suspendidas durante dos años a causa de la pandemia de la Covid-19, las fiestas patronales de San Salvador vuelven ahora a sus tradicionales escenarios donde además de ser un acontecimiento popular se centran en el calendario litúrgico de la Iglesia Católica.
El 6 de agosto es, según ese calendario, la celebración de la Transfiguración de Jesucristo, significante acontecimiento que ocurrió en el Monte Tabor, en Palestina. La celebración se fundamenta en el relato bíblico.
Pero además de ese entorno religioso que arropa estas jornadas, el evento es impulsado por una fuerte actividad turística.
Cerca de dos millones de personas se desplazan a la capital y sus entornos para disfrutar de este carnaval de divertimiento que para algunos representa un paro para cargar energías y enfrentar los últimos meses del año con nuevas fuerzas y objetivos.
Desde hace unos días más de 40 mil personas empeñan esfuerzos para garantizar las medidas de seguridad a los pobladores luego de meses de batidas gubernamentales contra las pandillas que permitieron sacar de las calles a alrededor de 50 mil de sus miembros.
Las fiestas patronales tendrán actividades en toda la ciudad y además de las tradicionales como la fuente Beethoven sobre el Paseo General Escalón y el centro histórico, otras áreas arroparan actividades culturales.
Desde 1777, cuando el artista y devoto don Silvestre Antonio García miembro de la Tercer Orden Franciscana, la esculpió, la imagen del Divino Salvador recorre en procesión cada 5 de agosto la Ciudad Capital.
Conocida cariñosamente como “El Colocho”, por su cabellera, la mítica figura será a partir de hoy motivo de adoración durante esta semana por una población marcadamente religiosa.
Luego de un receso de dos años volvieron los desfiles, las ruedas, la feria y la bajada del Divino Salvador del Mundo.
Será un receso de las presiones por la situación económica, la inseguridad por las acciones de las pandillas y otros problemas que ahora preocupan a la población y sus autoridades.
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